LA MUERTE MÁS CRUEL
La langosta literalmente implosiona sobre sí misma por el dolor que experimenta al cocerlas vivasUna vez sumergidas en agua hirviendo, sus órganos se desintegran completamente por el extremo calor, pero su exoesqueleto no se rinde y sigue aferrándose a su solidez, prolongando la agonía del animal.Sus cerebros son lo suficientemente conscientes como para permitirles sufrir, pero al no ser dotadas con cuerdas vocales, no emiten ningún tipo por el sufrimiento que padecen.
El sonido sordo (como un grito) que oyes cuando se cocinan es un golpe emitido por los poros del exoesqueleto mientras hierven los órganos.Es la muerte más dolorosas y cruel que un ser vivo puede encontrar.
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