Carta de Octavio Paz
“No te deseo el matrimonio prematuro, no te deseo la dependencia económica y espiritual de otro (marido o padres).
Me gustaría verte dueña de ti misma y, por tanto, responsable, libre y con el sentimiento de que la libertad no es algo que se goza (entonces no es libertad: es don, gracia que se nos da) sino algo que se conquista. Esa libertad tiene que ser, en primer término, espiritual y económica.
No consiste en hacer lo que se quiera sino en ser dueño responsable de nuestra vida, lo único que tenemos, lo único de verdad nuestro, lo único que no podemos confiar a nadie.
Nuestra vida es intransferible y nadie puede vivirla por nosotros.
Apenas tenemos conciencia de esto, apenas tomamos posesión de nuestra propia vida, empezamos a ser tolerantes con los demás y a reconocer que nuestra libertad se funda en la libertad de los demás.
No te quiero ni te deseo esclava o dependiente, pero tampoco tirana (en general las dos cosas van juntas). Entonces, ya libre, el amor podrá ser algo mejor que un sueño o una pesadilla: la unión de dos libertades… Perdóname: me vuelvo abstracto, un tanto pesado y, como me ocurre fatalmente, didáctico (¡yo que odio el espíritu de sistema y acción!)”
Carta de Octavio Paz a su hija Helena Laura Paz Garro
30 de marzo de 1959
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