AQUELLOS CORRALES SEVILLANOS
Los corrales de vecinos, que tanto proliferaron en nuestra ciudad, tienen su origen en los adarves árabes, callejones con una sola entrada y sin salida de una o dos plantas, cuyo nombre en mozárabe era “curralaz”.
Se componía de un gran patio donde se abrían las puertas de las viviendas. Los corrales tenían una serie de servicios colectivos tales como el suministro de agua, las letrinas, patio común, lavaderos, tendederos y en algunos casos cocinas.
En estos corrales vivían muchas familias de clase modesta, las cuales llenaban de macetas de flores y numerosas plantas aromáticas como el romero. Estos corrales no solo constituían un lugar de vivienda habitual, sino además de convivencia y estrechas relaciones sociales, allí se vendían productos, se celebraban fiestas familiares y se producían disputas, algún que otro vecino tenía en el mismo corral su puesto de trabajo, por regla general, zapateros, lateros, carpinteros, lavanderas, planchadoras o costureras.
De entre todos los vecinos del corral, había uno en particular que era la figura más notable llamada “la casera”. Esta figura ocupaba con su familia una de las salas próximas a la puerta, siendo la representante del dueño del corral cuyos intereses defendía, controlando la apertura y cierre de la puerta, además de cobrar los alquileres. así mismo, era la encargada de controlar los conflictos surgidos entre vecinos, por no cumplir las obligaciones que por turno habían de realizar, tales como limpiar la puerta de la calle, aviar las luces, sacar agua del pozo para el lavadero o para los servicios higiénicos. También intervenía en las diferencias entre vecinos siendo en general respetada por todos.
El nombre de este corral viene dado por haber pertenecido al Conde Duque de Olivares. Situado en la calle Santiago, muy cerquita de la Puerta de Carmona, es un edificio histórico del siglo XVI, en el que refleja la arquitectura popular sevillana de su tiempo, componiéndose de un patio central empedrado, galerías superiores de madera, un lavadero, servicios comunes, un horno de pan y una capilla. El deterioro ocasionado por el tiempo y las pésimas condiciones de habitabilidad que el corral tenia, plantearon en 1975 la necesidad de derribarlo, no siendo hasta 1982 en que una empresa particular decide su rehabilitación, preservando su estructura externa y sus características estéticas para transformarlo a edificio de apartamentos.
Actualmente, el Corral del Conde conserva intacto el encanto de la época, y mantiene los elementos propios de los corrales de vecinos, acceder a él es entrar en esa otra Sevilla que ha ido desapareciendo un lugar tranquilo y silencioso en el que la vegetación se adueña del entorno propiciando un clima de relax y descanso. Muchos de los vecinos, entre ellos artistas y estudiantes de todo el mundo, alquilan estos apartamentos por su especial atmósfera, habiendo sido catalogado como Patrimonio Histórico Cultural.
Manuel G. Ponce
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