- No hay lugar seguro -
...Y de pronto, las fronteras que se defendieron con guerras, se quebraron con gotitas de saliva.
Hubo equidad en el contagio que se repartía igual para ricos y pobres. Las potencias, que se sentían infalibles, vieron como se puede caer ante un beso, ante un abrazo.
Y nos dimos cuenta de lo que era importante o no.
Entonces, una enfermera se volvió más indispensable que un futbolista.
Un hospital se hizo más urgente que un misil.
Se apagaron luces en estadios, se detuvieron los conciertos.
Los rodajes de las películas.
Las misas y los encuentros masivos.
Entonces, en el mundo hubo tiempo para la reflexión a solas.
Tres gotitas, en el aire, nos han puesto a cuidar ancianos, a valorar la ciencia por encima de la economía.
Que nuestra pirámide de valores estaba invertida.
Que la vida siempre fue primero y que las otras cosas sólo eran accesorios.
No hay lugar seguro.
En la mente nos caben todos.
Y empezamos a desearle el bien al vecino, necesitamos que se mantenga seguro, necesitamos que no se enferme, que viva mucho y que sea feliz.
Y, junto a una paranoia hervida en desinfectantes, nos damos cuenta que si yo tengo agua y el otro no, mi vida está en riesgo.
Volvimos a ser aldea.
La solidaridad se tiñe de miedo y, a riesgo de perdernos en el aislamiento, existe una sola alternativa: ser mejores juntos.
Si todo sale bien, todo cambiará para siempre.
Puede ser, sólo es una posibilidad, que este virus nos haga más humanos y que de un diluvio atroz surja un pacto nuevo con una rama de olivo... para empezar de cero."
No quiero ser pesimista pero creo que lo que estamos aprendiendo estos días, se nos olvidará en el momento que podamos salir de nuevo a la calle. El ser humano es lo que tiene, no aprendemos de nuestros errores.
ResponderEliminarMuy ciertas tus palabras, somos los burros que tropezamos una, otra y otra vez, con la misma piedra.
ResponderEliminarPero, aún así, los valores creo que cambiarán, después de esto... si tenemos un después, que ya lo empiezo a dudar.