CUANDO SE QUEMARON MILES DE LIBROS EN GRANADA
Tras la toma de Granada empezó un proceso de expulsión y reconversión de judíos y musulmanes. Fue entre 1499 y 1500 (no se conoce la fecha con exactitud), coincidiendo con la prohibición del Islam, cuando los manuscritos nazaríes fueron quemados en la plaza de Bib-Rambla, en el corazón de Granada. En su época, apodada Puerta del Arenal, era el principal punto de acceso a la ciudad. Allí se concentraba la vida y la sociedad medieval, escenario de múltiples intercambios comerciales; en periodos sucesivos fue en esta plaza donde se han desarrollado todas las celebraciones públicas de la ciudad: procesiones, autos de fe, torneos, ajusticiamientos, justas, fiestas populares, e incluso corridas de toros.
La quema de bibliotecas y relatos de la cultura andalusí comenzó antes de la llegada del cardenal Cisneros; los almohades provenientes del norte de África, con una férrea mentalidad de carácter militar, se adelantaron en la destrucción de la cultura andalusí, algo desconocido en la cultura popular magrebí, que suele atribuir la decadencia de España únicamente a los reyes cristianos.
Sin embargo sería el confesor de Isabel la Católica quien llevaría a cabo la incineración de los manuscritos más importantes de la cultura nazarí, tanto por su contenido, como por su valor material y estético. Se conoce por escritos de la época que la estética y el labrado de dichos manuscritos cautivaban a todo el que entraba en contacto con ellos: encuadernaciones recubiertas con perlas, hojas perfumadas, multiplicidad de tintas, códices con deliciosas iluminaciones… Se estima que ardieron al menos 4000 escritos.
El discurso de Cisneros era quemar todo relato que contribuyera a la impiedad mahometana. Con ese pretexto se quemaron coranes y obras religiosas (una ofensa para la sociedad musulmana) pero también mucha poesía e historia. Los granadinos de la época eran grandes literatos, amantes del verso, y destacaba sobre todo la poesía sufí elaborada por maestros espirituales. Entre las cenizas que dejó Cisneros, ardieron poemas y reflexiones del célebre poeta granadino Ibn-al-Jatib. Los nazaríes también fueron apasionados de la historia, con unos códices de gran calidad. Estos también acabaron en la hoguera, ya que los libros hablaban de los reyes musulmanes, representantes de Alá.
QUÉ MENOS SE PUEDE ESPERAR DE LA PUTA IGLESIA CATÓLICA... HDP´s -
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