
Cuando un rape abisal macho y sin compromiso encuentra a una hembra, se acopla a ella con sus afilados dientes. Con el tiempo, llega a fundirse con ella. Conecta con su piel y flujo sanguíneo, e incluso pierde los ojos y todos los órganos internos menos los testículos que permanecen funcionales, para fertilizar los huevos.
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