No tenemos tiempo para atravesar el duelo.
Vivimos en un mundo que no nos deja perder.
En el que la tristeza es vista como un síntoma de debilidad.
Supéralo, te dicen.
No, hay cosas que no se superan.
Por más que quieras.
No todo en la vida es querer.
Y no superar algo no significa que no sigas existiendo.
Que no te rías o te vayas de vacaciones o te compres una chaqueta que te gusta.
No superar algo significa que hay “algos” que te cambian irremediablemente.
Algos que marcan una cruz en el mapa de tu paisaje.
Algos que son un antes y un después.
Que te dejan ya siempre pensando.
En todo lo que pudo ser.
No nos permiten estar tristes.
Nos preguntan qué tal pero sin querer saber la respuesta real.
Porque todo el mundo miente.
Todo el mundo dice: bien.
Porque sabemos que si decimos mal es probable que el otro desaparezca.
Nadie quiere sumar males a los malestares propios.
No hay espacio para el dolor.
Tienes que seguir respondiendo.
Seguir rechazando planes sociales, inventándote excusas.
Tienes que seguir recibiendo llamadas sobre seguros de vida.
Seguir pensando en la Navidad.
Tienes que seguir haciendo como si nada cuando la verdad es como si todo.
Tienes que continuar.
Y lo haces, claro que lo haces.
Porque además de tristeza hay amor y hay la luz que entra por la ventana y hay un mirlo que da de comer a sus crías y hay esperanza y hay gritos de niños jugando y hay agua y hay naranjas.
Y lo haces, pensando ojalá estuvieras aquí.
Ojalá poder preguntarte esto.
Ojalá poder descansar mi cuerpo y mi mente un rato en tu regazo.
Preguntarte cómo te va.
Que me mires.
Y me contestes...
----------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario