LA LLAVE DE LA LIBERACIÓN RESIDE
EN ROMPER LOS MUROS DEL MIEDO
Y LAS FALSAS ESPERANZAS
Un
número cada vez mayor de seres humanos ya no puede soportar la
condición de esclavitud en la que se ven sumidos con el pretexto de una
pandemia. Muchos aprovechan la oportunidad de salir de la hipnosis
producida por las élites a través de los medios de comunicación
dominantes y, eventualmente, comienzan a participar en procesos
judiciales colectivos. Otros se resignan, entre el miedo a morir y la
esperanza de que una vacuna vendrá a liberarlos y a devolverles su vida
anterior, aunque sus amos dirigentes les hayan recalcado que su
condición actual sería la nueva normalidad. De hecho, casi todo el
mundo, a excepción de los amos esclavistas, está encarcelado en su
propia casa o en un espacio mucho más reducido que el conocido hasta
ahora. ¿Existe entonces una llave para abrir la puerta de esta prisión?
La
primera condición para salir de una prisión es tomar conciencia de su
existencia y luego darse cuenta de que estamos encerrados en ella.
Algunas personas podrían pensar que si no vemos una prisión, no existe.
¿Han preguntado a las víctimas de las sectas lo que piensan? Las peores
cárceles no son necesariamente de piedra, hormigón o metal. Por el
contrario, sus muros pueden estar construidos de emociones, pensamientos
o creencias. Los carceleros lo saben. Los maestros, aún más. Existen
numerosas formas para confinar emocionalmente, mentalmente o
psíquicamente a un ser humano y actualmente nuestros dirigentes
esclavistas las utilizan prácticamente todas.
Desde el punto de
vista emocional, la herramienta más poderosa es la inculcación del
miedo, especialmente el miedo a la muerte. Qué mejor manera para
lograrlo que un enemigo letal y prácticamente invisible, una amenaza
mortal que se cierne sobre nosotros desde cualquier lugar e incluso
desde cualquier cosa o persona.
Pues bien, las élites han encontrado un coronavirus concreto -una de las variedades de virus que suelen poblar nuestro viroma (constituido de cientos de miles de millones de ellos)- y puede que incluso lo hayan potenciado genéticamente con la esperanza de convertirlo en un supersoldado. Por desgracia, ¡éste se quedo en nada! ¡Se desinfló! Aparte de los 65 millones de muertes pronosticadas, sólo llegó a un millón, al menos oficialmente. La cifra real podría ser mucho menor. No se trata de eso.
Los tests PCR han acudido al rescate, permitiendo que las personas sanas pasen por enfermas y haciendo así que el lamentable microbio recupere su temible aura. Así que el miedo siempre ha estado presente. La otra emoción fundamental con la que juegan las élites para conseguir sus fines es, paradójicamente, una emoción positiva: ¡la esperanza! Esta es particularmente útil contra aquellos que se han dado cuenta de que están encarcelados. Entonces hay que darles la esperanza de que tendrán una reducción de condena o de que consigan escapar.
La alternancia entre el miedo y la esperanza crea una condición psicológica similar a la que experimentan las ratas de laboratorio que son sometidas aleatoriamente a descargas eléctricas innecesariamente. Los seres humanos que reciben este tipo de tratamiento, hace alternancia de duración variable entre periodos de miedo y periodos de esperanza (como cuando oscilan entre el confinamiento y la esperanza de que la 'bkvn4' les permita salir) acaban por encontrarse en un estado hipnótico, rotos, sumisos, postrados en el fondo de sus jaulas. Las ratas nunca saben cuándo recibirán su próxima descarga eléctrica o su próxima ración de comida.
Los seres humanos con
máscara nunca saben cuándo tendrán un agravamiento de su condena (más
confinamiento, menos negocios y comercios abiertos, obligación de llevar
una segunda máscara sobre la primera...) ni cuándo serán supuestamente
aliviados (por una vacuna, por la entrega de alimentos a sus casas, por
un subsidio, por una rebaja de impuestos... ).
En el plano
mental, las principales armas son conocidas por los propagandistas desde
hace un siglo 8,9,10. Es tanto más fácil utilizarlas si el individuo o
grupo objetivo ha sido adecuadamente "preparado", como por la Gestapo
nazi antes de un interrogatorio, con un buen condicionamiento emocional
que conduzca a su hipnosis o a la destrucción psicológica y psíquica.
El individuo se convierte entonces en una esponja dispuesta a absorber todas las ideas deseadas, todas las creencias útiles al Sistema, todas las ilusiones que sólo un buen discernimiento mental sería capaz de sacar a la luz. En otras palabras, ha sido sometido a un lavado de cerebro y su cerebro se ha llenado de veneno ideológico y pensamientos huecos. Ahora es incapaz de pensar por sí mismo y cree que tiene que depender de sus amos (paternalistas o despóticos) para vivir.
La mayoría de los individuos que aún no han sido quebrados por la propaganda mediática en torno a C0b1d-19 o los que escaparon de su estado hipnótico letárgico gracias a un shock saludable que les pudo haber sucedido, aún no han descubierto la llave que podría abrir la puerta de su prisión ni los medios para derribar sus muros. Si lo hubieran hecho, no necesitarían depositar esperanzas en los procedimientos judiciales o legislativos, ya que éstos siguen íntimamente ligados al Sistema que, gracias a su participación, hizo posible su encarcelamiento.
¿Acaso
fueron liberados muchos esclavos con sólo pedírselo a sus amos? Los
abogados y los diputados, por bienintencionados que sean, sólo pueden
actuar en el marco de las leyes establecidas por los amos. Por lo menos,
las creencias ampliamente difundidas por el Sistema están tan
arraigadas que casi nadie piensa en prescindir de ellas o del Sistema.
Si
la liberación de la Humanidad es colectiva, tendrá que pasar sin
embargo por una toma de conciencia individual. Porque la clave reside en
este nivel. Cada uno de los que quieren liberarse debe encontrar la
llave para que todos puedan salir. El individuo tiene la llave y la
utiliza en beneficio de todos. El que sólo cuenta con los otros
permanecerá en jaula. En efecto, la prisión es ante todo un orden
invisible, construido por los miedos y las creencias. Superar nuestros
propios miedos y ver nuestras creencias como las que son depende de
nosotros, no de los demás.
Si nosotros, individualmente, no
estamos dispuestos a salir a la calle sin mascarilla, sin certificado de
'bkvn4'c1ón', sin autorización escrita, sin test PCR..., a negarnos a
pagar multas, a encontrarnos en una celda (acolchada o no) por negarnos a
pagar, a ver nuestro sueldo embargado, a ver nuestra casa embargada, a
ver a nuestros hijos embargados... por miedo a morir de hambre o de
enfermedad o al ridículo o a no hacer como los demás... entonces
seguiremos encerrados entre estos muros.
La ironía del destino de
aquellos que no superen sus miedos, para no arriesgarse a perder sus
bienes materiales, sus hijos, su seguridad ilusoria o su salud, es que,
sin embargo, lo perderán todo si el plan de la élite llega hasta el
final.
Y, por el momento, nada la detiene. Sólo se detendrá cuando suficientes seres humanos hayan encontrado la clave. Ésta es una vibración, un Sonido, el Verbo, la palabra, pensamientos, ideas o oraciones, las trompetas del Apocalipsis, a imagen de las trompetas que destruyeron los muros de Jericó, la nota específica de nuestra alma, de nuestra conciencia... Sólo nosotros podemos destruir los muros de nuestra prisión individual emocional y psíquica, por el despertar de nuestra conciencia, por la realización de nuestra naturaleza que no es sólo de carne y hueso.
El Nuevo Orden Mundial no se derrumbará hasta que
un número suficiente de nosotros, los seres humanos del planeta Tierra,
hayamos encontrado la llave vibratoria de nuestra prisión para derribar
sus muros o para abrir la puerta.
* nouveau-monde
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