EL OPTIMISTA INFORMADO
No
sé quién aseveró eso tan manido, pero tan pertinente, de que un
pesimista es un optimista bien informado. En absoluto de me jacto de
ser, ni lo uno, ni lo otro, trato de no jactarme de nada, porque cuando
lo he hecho, siempre han terminado dándome.
Mejor ser
prudente. La prudencia en estos tiempos, cada vez sale más cara, porque
no hay día en que uno no desayune con alguna noticia alarmista,
verbigracia, las últimas novedades que nos anuncian la inminente llegada
del Digital Green Card. Sólo el nombrecito infiere cierto desasosiego,
como cuando se abre el portón de los sustos y aparece un miura.
En
mi familia ya no quieren escucharme, porque sólo aporto cenizo y malas
noticias. Hoy, nadie quiere escuchar miserias ni malos augurios, vaya,
ni hoy ni nunca han tenido buena prensa los arúspices de lo negro.
No
soy nadie para aseverar nada, pero sé que todo lo que puede empeorar,
indefectiblemente, lo hace y, tampoco se necesitan grandes dosis de
pitoniso, para percatarse de que todo esto de la pL4ndemia, no deja de
ser un subterfugio para perpetrar empresas de dudosa benignidad para el
común.
Dice el DRAE que el término p4ndem1a, es una “Enfermedad
epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los
individuos de una localidad o región“. O cambian pronto la definición, o
cualquier día de estos, cierran la Academia por extender urbi et orbe,
noticias falsas.
La coartada, más que manipulada, de 'El bicho',
es la excusa perfecta para seguir limando libertades y extendiendo el
miedo en una sociedad, que nunca antes en la historia, había sido tan
gregaria a pesar de estar preñada de universitarios, gentes viajadas,
leídas y escribidas. El siglo XX, sin ir más lejos, estuvo lleno de
analfabetos, pero de gentes dignas y cultas de verdad.
Nosotros,
con tantas pantallas y pantallitas, somos campo abonado para cualquier
vendedor de crecepelo. Así nos va y peor que nos irá.
El carnet
de marras, es una idea tan vieja como la propia pL4ndemia, forma parte
del mismo manojo de ideas liberticidas y algunas instituciones
internacionales, junto con los medios de manipulación, son los conductos
habituales de propagación.
Sigo sin entender nada o muy poco
porque, ¿cómo es posible que sólo los muy conspiranoicos veamos las
triquiñuelas?, la mayor parte del personal anda ocupada deambulando de
aquí para allá, ataviada con singulares bozales y sin rechistar.
¿Tanta
gente hay comprada para que nadie ponga pies en pared? ¿Tantas neuronas
puede matar Netflix? ¿Tanto miedo hay inoculado en tantos millones de
personas de tantas latitudes? ¿Ha desaparecido el sentido común? ¿Todo
es una broma de muy mal gusto? ¿Estamos soñando? ¿Esto está sucediendo
de verdad?
Siempre había visto tan desvalidos a mis congéneres,
que estaba más que convencido de que era imposible la vida sin el fútbol
en particular, ni el deporte en general, cuán errado estaba. Hemos,
todos, asumido con inusitada naturalidad la desaparición de los grandes y
pequeños eventos deportivos. Estamos condenando a la ruina más
inmisericorde, a cientos de asociaciones y organizaciones de lo más
modestas y necesarias. Estamos hundiéndonos a cámara lenta y nadie
parece reparar en ello. Ah, que es por razones sanitarias, acabáramos,
no me había dado cuenta... "todo es por el bien común" y una mierda como una catedral de grande.
El truco es eso, nos van aniquilando
despacito (como la rana y el caldero), para que no caigamos en la cuenta de la tragedia griega que
se nos avecina. Nada de esto sería posible, sin la excusa de la salud
pública y, mucho menos, imponiéndonoslo en quince días. Sin prisa, pero
sin pausa estamos entontecidos y perdiendo defensas a borbotones. Nadie
dice ni pío, porque la subvención pende de un hilo, sin ver, que los
dineros vienen llenos de agujeros, miseria moral y ruina económica.
Terrible paradoja.
Me gustaría contarles una ristra, así de
larga, de chistes e historietas divertidas, pero no me animo a
escatimarles la realidad que ya tenemos encima puesto que la maraña de
árboles es tan inmensa, que no vemos el bosque.
Prepárense a
nuevas humillaciones. Todo viene de antiguo, pero desde el 11M, la cosa
se ha acelerado. Si no me creen, miren hacia atrás y comparen el mundo
de hoy, con el de hace veinte años.
eldiestro.es
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