20210427

 LA "SOLUCIÓN FINAL" EN PROFUNDIDAD


Sigue siendo incierto el momento en el que los líderes nazis decidieron implementar la "Solución final": el plan de aniquilar a los judíos de Europa. El genocidio de los judíos fue la culminación de una década de política alemana bajo el régimen nazi y la realización de un objetivo central del dictador nazi, Adolf Hitler.

En los años del régimen nazi que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, las políticas de persecución y segregación dirigidas a los judíos alemanes se centraron en el objetivo de la expulsión. Una vez que el partido nazi tomó el poder en 1933, el racismo auspiciado por el estado generó la legislación antisemita, boicots, violencia callejera masiva, como en  la "Noche de los cristales rotos". Con todas estas medidas, los líderes nazis buscaban expulsar a los judíos de Alemania aislándolos sistemáticamente de la sociedad y eliminándolos de la economía alemana, quitándoles cualquier oportunidad de ganarse la vida en ese país.

Los alemanes iniciaron la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia en septiembre de 1939. Los líderes nazis entonces cambiaron las prioridades en la política antisemita de expulsión del territorio controlado por Alemania a la concentración de poblaciones de judíos europeos en lugares adecuados para su futura eliminación definitiva. Lo que no está claro es si los líderes nazis ya estaban pensando en el asesinato en masa como su "solución" al llamado problema judío.

Como medida provisional, mientras los altos mandos consideraban las opciones a largo plazo, las autoridades alemanas establecieron ghettos en la parte de Polonia bajo ocupación alemana que no estaba directamente anexada a Alemania, ni había sido incorporada a la Unión Soviética bajo ocupación alemana.Desde fines de 1939, las autoridades alemanas de las SS y la policía deportaron judíos polacos, alemanes, austríacos y checos a estos ghettos.

Los alemanes invadieron la Unión Soviética en 1941. Los líderes de las SS, la policía y las fuerzas armadas alemanas habían concluido acuerdos previos a la invasión. Según estos acuerdos, las unidades de las SS y de la policía -- incluyendo los equipos móviles de matanza de la Policía de Seguridad Alemana, el SD y los batallones de la policía alemana -- seguirían a las tropas alemanas al territorio soviético recientemente ocupado. Funcionando como equipos móviles de matanza, llevaron adelante operaciones de fusilamiento con el fin de aniquilar a comunidades judías enteras. 

En el otoño de 1941, las SS y la policía introdujeron los camiones móviles de gas. Estos camiones cerrados con paneles, en los que los tubos de escape habían sido modificados para que bombearan monóxido de carbono en los espacios herméticamente cerrados y éste matara a quienes estaban encerrados, complementaron las operaciones de fusilamiento que ya estaban en marcha.

Las autoridades de ocupación alemanas llevaron adelante operaciones de fusilamiento de judíos y de otros a quienes consideraban enemigos potenciales del dominio alemán permanente en el Este. Estas operaciones duraron hasta que los alemanes evacuaron la Unión Soviética en la primera mitad de 1944. 

Dado que las SS y la policía solían no tener suficiente mano de obra para llevar adelante estas operaciones, cuando era necesario, recibían el apoyo de auxiliares locales reclutados y de unidades de las fuerzas armadas alemanas. Los alemanes y sus colaboradores asesinaron entre un millón y un millón y medio de judíos en las operaciones de fusilamiento o en los camiones de gas en la Unión Soviética ocupada.

Cuatro semanas después de la invasión a la Unión Soviética, el 17 de julio de 1941, Hitler le encomendó al jefe de las SS, Heinrich Himmler, la responsabilidad de todos los asuntos de seguridad de la Unión Soviética ocupada. Hitler le otorgó a Himmler amplia autoridad para eliminar físicamente cualquier presunta amenaza para el dominio permanente de Alemania. Dos semanas más tarde, el 31 de julio, el mariscal del Reich Hermann Göring, en calidad de segundo al mando después de Hitler, autorizó al jefe de la Oficina Principal de Seguridad del Reich  y subordinado directo de Himmler, a que hiciera los preparativos para la implementación de una "solución completa del problema judío". 

En adelante, las SS en general y la RSHA en particular gozaron de la potestad de Hitler para la toma de decisiones a fin de coordinar la implementación de la "solución final". Cabe destacar que la RSHA consistía en la Policía de Seguridad (la Gestapo y la Policía Criminal) y el Servicio de Seguridad.

En octubre de 1941, Himmler autorizó al General de las SS,líder de las SS y la policía del distrito de Lublin, a implementar un plan destinado a asesinar sistemáticamente a todos los judíos que residentes. En 1942, este proyecto recibió el nombre en código de "Operación Reinhard". 

Para llevar a cabo el asesinato en masa de unos dos millones de judíos, se creó un departamento con su personal para la Operación Reinhard. Uno de sus asistentes, el Mayor de las SS Hermann Höfle, coordinaría la deportación de los judíos con civiles locales y autoridades de las SS y la policía. El capitán de la Policía Criminal Christian Wirth, un veterano del programa de "Eutanasia", estableció, tres centros de exterminio en la Polonia ocupada por Alemania y su personal organizaron el asesinato en masa de 1.700.000 judíos en los centros de exterminio de la Operación Reinhard. La gran mayoría de las víctimas eran judíos polacos, aunque también hubo judíos alemanes, austríacos, checos, holandeses, franceses, yugoslavos y griegos que murieron en los centros de exterminio de Reinhard.

Un objetivo secundario de la Operación Reinhard era explotar a una pequeña minoría de judíos a trabajos forzados antes de asesinarlos. A medida que los ghettos de Polonia eran eliminados sistemáticamente, aquellos que habían sido seleccionados para vivir temporalmente fueron deportados a los campos de trabajos forzados de la Operación Reinhard y al campo de concentración de Lublin/Majdanek. Este campo se estableció en 1941 bajo la autoridad de la Inspección de Campos de Concentración de Berlín. 

Si bien fue concebido y en la práctica funcionó principalmente como campo de concentración, donde se albergaba a prisioneros políticos y judíos que realizaban trabajos forzados, Majdanek funcionó en ocasiones como centro de exterminio para los judíos. Tenía cámaras de gas, en las cuales las SS asesinaron a decenas de miles de judíos, principalmente a aquellos que realizaban trabajos forzados que estaban demasiado débiles como para trabajar.

Para implementar la "solución final" en el distrito de Wartheland, las autoridades regionales alemanas construyeron el centro de exterminio de Chelmno, a unos 48 km al noroeste de Lodz. Las SS y la policía mataron al menos a 152.000 personas, principalmente judíos, pero también algunos miles de romaníes (gitanos) en camiones de gas.

Para asesinar a los judíos de la "Gran Alemania", así como los judíos que residían en áreas bajo ocupación o influencia alemana del oeste, sur, sudeste y norte de Europa, en la primavera de 1942, Himmler designó como centro de exterminio a Auschwitz II. Auschwitz-Birkenau, junto con el campo principal de Auschwitz, estaba subordinado a la Inspección de Campos de Concentración de Berlín. 

Auschwitz-Birkenau, originalmente concebido como un enorme campo de trabajos forzados para prisioneros de guerra soviéticos, y más tarde, para judíos que realizaban trabajos forzados, comenzó a funcionar como centro de exterminio en la primavera de 1942. Allí, las autoridades de las SS asesinaron a aproximadamente un millón de judíos de varios países europeos, incluyendo judíos de Alemania, Austria, Checoslovaquia, Noruega, Francia, los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, la región oeste y sudeste de Polonia bajo ocupación alemana, Yugoslavia, Grecia, Italia y Hungría.

En la Serbia ocupada por Alemania, un territorio parte de Yugoslavia en la preguerra, los alemanes mataron a los judíos en camiones de gas y en operaciones de fusilamiento, con procedimientos muy parecidos a los usados en la parte de la Unión Soviética ocupada.

Durante la implementación de la "solución final", las autoridades alemanas y sus colaboradores mataron a seis millones de judíos -- dos tercios de los judíos que vivían en Europa en 1939 -- mediante gas asfixiante, fusilamientos y otros medios.

encyclopedia.ushmm.org/

 


-   YA ESTABA ESCRITO   -



Jacques Attali fue un asesor de François Mitterrand (expresidente de Francia) y escribió esto en el año 1981:

"En el futuro será cuestión de encontrar la forma de reducir la población.

Empezaremos por el viejo, porque en cuanto supera los 60-65 años, el hombre vive más de lo que produce y le cuesta caro a la sociedad.

Luego los débiles y luego los inútiles que no aportan nada a la sociedad, porque cada vez serán más y, sobre todo, finalmente los estúpidos.

Eutanasia dirigida a estos grupos; la eutanasia deberá ser un instrumento esencial de nuestras sociedades futuras, en todos los casos.

Por supuesto, no podremos ejecutar personas ni organizar campamentos. Nos desharemos de ellos haciéndoles creer que es por su propio bien.

Una población demasiado grande, y en su mayor parte innecesaria, es algo económicamente demasiado caro.

Socialmente, también es mucho mejor que la máquina humana se detenga abruptamente en lugar de deteriorarse gradualmente.

¡No podremos pasar pruebas de inteligencia en millones y millones de personas, se puede imaginar!

Encontraremos algo o lo causaremos; una pandemia que apunte a ciertas personas, una crisis económica real o no, un virus que afectará a los viejos o los mayores, no importa, los débiles y los miedosos sucumbirán.

El estúpido lo creerá y... pedirá ser tratado.

Nos habremos cuidado de haber planificado el tratamiento, un tratamiento que será la solución o, como diría nuestro amigo Adolf Hitler, La Solución Final.


La selección de los idiotas se hará, pues, por sí sola: irán solos al matadero ".

Este fragmento se recoge en el libro

"Breve historia del futuro",

Autor: Jacques Attali

publicado en Francia en 2006.

https://www.casadellibro.com/libro-breve-historia-del-futuro/9788449320514/1159398
https://www.descargarlibro.gratis/breve-historia-del-futuro-jacques-attali-libro.html

R.enlaGranja

 

-  TODAS LAS NOCHEVIEJAS  -



20210417


 

-   DESGRANANDO NUESTRAS MISERIAS   -

Las siniestras normas del luto 

marcaron a las españolas

 

Solo eran reglas consuetudinarias pero obligaron a varias generaciones a permanecer en el ostracismo y cambiar totalmente su forma de vestir. Más allá de la moda, el luto fue un tormento moral para muchas.

Las mujeres que ve bajo estas líneas están escondidas de un peligro: el del juicio social más feroz. Todas, menos la niña que luce una camisa blanca, estaban cumpliendo con el luto por la muerte del marido de la mayor de ellas. Corría el año 1931. “No podíamos salir a la calle, no podíamos ir a donde hubiese mucha gente, no podíamos ir a reuniones, ni a fiestas, ni al teatro… y el cine, ¡eso era pecado mortal!”, cuenta la compostelana Consuelo Canedo con voz risueña al otro lado del teléfono. Se lo toma con humor pero entonces era una asunto muy serio al que no había escapatoria, ni siquiera para ella, que pertenecía a una familia burguesa propietaria de un hotel ubicado en lugar privilegiado de Santiago.

Tiene 101 años pero recuerda perfectamente -y con idéntica perfección lo cuenta- la primera vez que la obligaron a vestirse de negro de arriba a abajo, a los diez: había fallecido su abuelo (el mismo hombre al que honran las protagonistas de la foto) y en aquel tiempo la costumbre era que todas las mujeres de la familia, incluso las niñas, paralizasen totalmente su vida para mostrar el duelo. Porque se suele pensar que “hacer el luto” era ponerse ropas oscuras, pero se trataba sobre todo de un ritual que exigía renunciar absolutamente a todos los placeres de la vida, desde bailar hasta exponerse al amor durante periodos de tiempo larguísimos cuyo desglose suena a condena: de dos a cinco años por el fallecimiento del cónyuge, de dos a cinco años por el fallecimiento de un hijo, un año y seis meses por la muerte de los padres, seis meses por la muerte de los abuelos. Todo esto dependiendo de la zona de España: en algunos lugares el duelo por cada miembro de la familia fallecido podía llegar a suponer cinco años.

En todos los casos, si las mujeres querían salir a la calle a dar un paseo debían hacerlo a escondidas, en lugares donde las miradas, especialmente las de los hombres, no pudieran alcanzarlas. Uno de esos lugares era el Monte de la Condesa, el apartado paraje de Santiago donde se tomó la instantánea de arriba. A los hombres, en cambio, apenas se les imponía nada: “Iban solamente con una banda negra en una manga o con un botón negro en el ojal”. Ellos sí tenían permitido salir, dado que eran los que trabajaban en las casa, y podían ir a tomar el café y jugar la partida y a beber al bar, donde al entrar, no todo el mundo reconocía inmediatamente su situación civil. Mientras tanto, las chicas más jóvenes se tenían que quedar en casa con ropajes oscuros que las marcaban de forma inequívoca. En el caso de las más mayores se rizaba el rizo: “Mis tías y mi madre iban con un sombrero con un velo negro al que llamaban ‘pena’. Mi abuela con un manto de seda negro que le cubría todo el cuerpo”, explica Consuelo en alusión a unos velos que no diferían mucho de los de otras culturas que ahora escandalizan. También cuenta que en su familia, en las ocasiones fúnebres se mandaba la ropa a tintorerías que teñían las prendas en menos de un día. “Tampoco es que tiñésemos toda la ropa. Como no salíamos ni podíamos hacer nada pues no necesitábamos mucha. Era un poco como ahora con el confinamiento”, dice riéndose fuerte.

 A finales del siglo XIX y principios del siglo XX el triunfo en toda Europa de las moralizantes tendencias victorianas sirvió para al menos darle a las mujeres la oportunidad de glamurizar un poco su ropero en el momento del deceso de un ser querido. En Inglaterra, a finales de los años diez, la reina Alejandra lucía un espectacular vestido de tul negro adornado con lentejuelas moradas un año después de la muerte de la reina Victoria para mostrar que el respeto por la muerte podía tener otra cara; en Francia, a finales de los años veinte, Coco Chanel convertía la ropa negra en algo chic. En España el luto más que moda seguía siendo una cuestión estrictamente moral. Aún así, la influencia del luto victoriano se dejó sentir en la moda nupcial: las mujeres adineradas se casaban de negro y con mantilla, incluso aunque no hubiese muerto nadie. En el caso de la familia Consuelo, por ejemplo, el luto se pudo vivir con cierta elegancia.

No fue así en los pueblos, donde las mujeres estaban obligadas a ponerse unas faldas largas fruncidas hasta los pies con leotardos y camisas anchísimas y a colocarse pañuelos en la cabeza que casi les tapaban la cara. Solo podían salir para ir a misa. Cuando el periodo de luto estricto pasaba se entraba en lo que se llamaba «alivio», un momento en el que ya se permitían prendas con algún detalle de color. 

“Recuerdo que otra de las costumbres del luto era dejar el pelo largo y recogerlo en un moño. Mi madre lo llevaba así y era una chavalina. Un día que se quedó dormida en un rincón de la casa fui y se lo corté. Debía de tener yo nueve años y ella veintiocho, era jovencísima y muy guapa y me daba mucha rabia que tuviera esa pinta. Se enfadó muchísimo, pero cuando se vio con el pelo corto nunca se lo volvió a dejar largo… aquello era terrible. Era la muerte para la gente que se quedaba viva”. Esto lo cuenta Julia Rodríguez, doce años más joven que Consuelo y criada en en la localidad leonesa de Cabañas Raras, un ámbito rural humilde. En Cabañas, si alguien fallecía las mujeres rezaban el rosario durante ocho días ininterrumpidamente. Los hombres, por su parte, se mantenían al margen del ritual. No iba con ellos. “Ves esas cosas y te quedan ya para toda la vida, te queda ya marcado… aquellos, lloros aquellos, gritos aquellas voces… yo por las noches me moría de miedo y me metía a gatas en la cama de mis padres”. ¿Quién imponía aquellas normas? ¿Quién determinaba cuánto tiempo había que ponerse ropas oscuras, cuánto tiempo duraba el duelo, cuándo una podía empezar a ponerse colores nuevo? «Eran costumbres adquiridas en las familias que pasaban de generación en generación», explica Julia. «No era que en la iglesia te dijesen que tenías que hacerlo pero desde luego tampoco te iban a decir, ¡quítese usted esas ropas que parece un fantasma!», dice con recochineo. También explica que a pesar de que las mujeres estaban obligadas a comportarse con recato y a cumplir con el estricto protocolo que hacía ver al mundo que no estaban «disponibles» las relaciones en el lecho conyugal no estaban vetadas. «Tener, tenían hijos hubiese luto o no. Había que estar disponible si el hombre quería, qué le ibas a hacer. Si no tenías ganas había que hacerlas. En lo bueno y en lo malo. Pero eso no tiene nada que ver. Era como el comer, no dejabas de comer aunque estuvieses de duelo».

La «fabricación» de la ropa para los momentos luctuosos, que dada la alta mortalidad de aquel tiempo eran muchos, es algo que Julia también recuerda con mucha claridad. En aquel tiempo las prendas aún no se compraban en tiendas, sino que confeccionaban modistas con sus máquinas Singer. Las suyas cambiaron dramáticamente de color. “Llenaron una caldera grande de agua, le echaron sobres de tinte, metieron la ropa y aquellos vestidos bonitos de flores que teníamos, allá dentro que fueron. De pronto, todas vestidas de negro, lo calcetines y todo, negros. Había casas donde las sábanas se teñían de negro. Nos hacían ir a la escuela con un mandilón negro. ¡Hasta los calcetines eran negros!”. 

Esa manera de volver oscuro lo que antes había sido luminoso también fue traumática para Gloria Martínez, de 7o años. Ella vivió su primer en un internado de monjas ursulinas Molina de Aragón, Guadalajara: “Se murió la madre superiora y tuvimos que hacer todas la primera comunión de negro. Imagínate para unas niñas de ocho años, ponerte aquellos vestidos bonitos era la mayor ilusión que podías tener…”. Pero de nuevo, la cosa no se quedaba solo en la ropa: además durante un año no pudieron cantar, jugar ni comer dulces. A los diez años se fue a vivir a la capital, en cuanto pudo se independizó y se convirtió en la primera mujer que dirigió  una sucursal bancaria de Caja Madrid y aquel fue su último duelo de negro. 

 No tuvieron la misma suerte las tías de Gabriela Casais (40 años), quien recuerda cómo en su casa de Cee, el pueblo de A Coruña donde nació, sus seis tías-abuelas encadenaron dos lutos cuando eran solo unas veinteñeras. El de un padre y el de un hermano. “En el caso de ellas fueron cinco años por cada muerte. Estuvieron diez años encerradas en casa. Cuando terminaron ya no estaban en edad casadera así que tres se quedaron solteras”. Las que desposaron corrieron desigual suerte: a una unieron a un hombre al que no amaba, otra emigró a Argentina y nunca más se supo de ella y la última consiguió -aleluya- ser feliz con un marido. 

 Lo de quedarse soltera hoy en día no supondría ningún problema pero en aquel tiempo tenía un significado bien distinto: sin trabajo, sin marido, sin una pensión y en una sociedad en la que ya no podían encontrar pareja ni establecerse de forma independiente, aquellas hermanas se vieron obligadas a vivir juntas el resto de sus vidas, en lo que era una especie de versión gallega de La Casa de Bernarda Alba, aunque en este estuvieran bien avenidas. “Se llevaban muy bien, se querían mucho, pero ahí estaban, haciendo postres. Perdieron toda su juventud y no se dieron ni un beso con nadie”. Los hombres de la familia, en cambio, se casaron todos. La abuela de Gabriela también, aunque, por supuesto, de negro. «Me acuerdo que mi abuela miraba las fotos del día de la boda y decía: «Claro, es que fue mi funeral», cuenta. “El luto era una forma de represión, una más”.

Una situación idéntica a esta se puede ver en La niña del luto, una película de Manolo Summers que narra la historia deRocío Vázquez, una “joven casadera” con un novio llamado Rafael Castroviejo, de profesión practicante. Rocío acaba de terminar un luto de seis meses por la muerte de su abuela y ya tiene permiso para seguir las relaciones con su novio: para pasear con él, ir al cine, a la iglesia, al baile y hablar, sobre todo hablar y hacer planes para la boda interrumpida por causa del luto. Pero el destino quiere que de nuevo sus planes se interrumpan porque muere el abuelo. Otros seis meses de luto. Rafael no se conforma con esta nueva espera y convence a Rocío de que escape con él, pero en el momento de la fuga, muere el padre de Rocío y la vida se detiene nuevamente. Él se rinde “No puedo con todo esto, Rocío”, dice al marcharse. Como si ella pudiera.

El film, que a pesar de su tono crítico consiguió escapar a la censura, está ambientado en un pueblo de Huelva, donde los lutos eran muy estrictos y muy largos, uno de esos lugares donde las mujeres en duelo no podían escuchar la radio y mucho menos la tele (mientras que los hombres podían hacerlo). Se filmó en los años sesenta, justo cuando España ya empezaba a abrirse económicamente al mundo y el Concilio Vaticano II permitía a los católicos relajarse un poco. Justo cuando el luto empezaba a languidecer. Consuelo dice que así notó el cambio: “Estas cosas empiezan a derrumbarse cuando una persona no le da valor al asunto y se le sigue la corriente. Yo conocí a una chica que venía al hotel y decía que ella no iba a ponerse el velo para ir a misa. Le decíamos: te van a llamar la atención. Y ella decía: ¡Pues que me la llamen!”. 

Aunque en los años setenta el luto ya se había extinguido entre las nuevas generaciones, la costumbre no desapareció del todo entre las antiguas. Encarnación Arias, de 77 años, residente en Madrid, se vistió de negro a los cuarenta años, cuando murió su padre. Después falleció su marido. Solo el día que cumplió cincuenta años decidió volver a ponerse ropa de color, aunque sigue sin salir más que a la parroquia. Eran los años 2000, es decir, ya había empezado el siglo XXI. “Yo ahora sería incapaz de pedirle a mis hijos que hicieran un luto así”, dice.

En la resistencia radical está todavía Manuela Burgos, de 87 años, natural de Daimiel, Castilla-La Mancha. Lleva falda negra, camisa negra, medias negras voluntariamente desde 2003, año en que falleció su marido. No tiene ninguna intención de volver a ponerse colores ni tampoco de llevar una vida social más intensa: “Yo he hecho que a mí me ha parecido. A lo mejor ya me estoy pasando, mi marido se ha muerto, qué le vamos a hacer, no es que esté hecha un mar de lágrimas pero para mí es una forma de respeto y estoy muy cómoda. Ahora si se muere una madre, un padre, un hijo, es como si se muriera nadie, pues así. Igual se llora más a un perro o a un gato”. Su hija, Mari Cruces, de 57 años, respeta totalmente la decisión de su madre aunque dice que ella en la actualidad ya no haría un duelo así de estricto y admite que es una tradición que impide a las mujeres rehacer su vida. Pero también añade que ahora el juicio social se ha dado la vuelta: “Cuando falleció mi padre hace veinte años hice luto una temporada. Toda la gente de mi edad me miraba como si fuese un bicho raro”.

20210410

 

UBUNTU
 
Un antropólogo intentó probar un juego con unos niños de una tribu africana ...colocó una canasta llena de frutas deliciosas junto al tronco de un árbol, y les dijo:
- El primer niño que llegue al árbol y toque la canasta, se ganará toda la fruta.
 
Cuando el antropólogo les dio la señal de inicio, y pensó que iban a correr para ganarse la fruta, se sorprendió de que comenzaran a caminar todos juntos, tomados de las manos, hasta que llegaron al árbol... juntos tocaron la canasta, y compartieron la fruta.
El les preguntó que por qué hacían eso, si cada uno de ellos podría haber conseguido la canasta de fruta solo para ellos o para repartirla con sus familias.
 
Los niños espondieron todos juntos y a una sola voz:
- UBUNTU.
 
El antropólogo intrigado comenzó a indagar entre los adultos de la tribu: resulta que "Ubuntu" en el lenguaje de su civilización significa: "yo soy porque todos somos..."
Es decir, según la educación que recibieron de sus padres y abuelos, ¿cómo puede sólo uno de nosotros ser feliz, mientras todos los demás son miserables?...
Esta tribu "sin educación" conoce el secreto de la cooperación y la solidaridad, que se ha perdido en todas las sociedades que la "trascienden", y que se consideran a sí mismas sociedades "civilizadas".
UBUNTU.
 
MPALACIOSH

20210405

 

¿Edad?

¿Que es eso de la edad?

A quién le importa la edad, mientras haya fuerzas y ganas, cada mañana, pa subirse a la bicicleta y pedalear.
Mientras mis rodillas y mi espalda no intenten tomar protagonismo en mi vida.
Mientras se pueda cabalgar sin la ayuda de pastillitas de color cielo.
Mientras solo vaya al hospital... pa trabajar.
Mientras yo, siga siendo yo.
¿Edad? A quién le importa la edad. :


Y cuando todo esto no pueda ser así como te cuento, cuando mire a mi bicicleta con nostalgia, cuando yo, ya no sea yo, que se apresuren a colocarme el traje de pino y hagan una hoguera conmigo y mientan diciendo...
Ay !! con lo bueno que era.


50, 60, 70, 80, 90,100... qué más da J., la edad.
Pero, que te voy a contar a ti, tu eres más optimista que yo y con más fuerzas de superación.

P.D. Lo único que me está estropeando , un poco, la fiesta, son esto multimillonarios aburridos, con delirios de dioses.

MPALACIOSH

20210404

 

CONTROLANDO A TUS NIÑOS, CONTROLARÁN EL FUTURO



La dominación no se logra controlando a los que están, sino también a los que estarán. Por eso adoctrinar a tus niños es clave para el NOM.

Por si no lo sabía, en menos de dos décadas se puede adoctrinar una generación entera, decía el desertor de la KGB Yury Bezmenov. Él sí que debía saber al respecto, que escapó de la fábrica de militantes comunistas más grande de la historia, conocida antes como la Unión Soviética. Su entrevista que está en YouTube https://www.youtube.com/watch?v=OmsDN0i4tm8, puede buscarla sin problemas y le aseguro: se quedará sorprendido.

Ustedes dirán: ¡qué horrible! ¡Menos mal que se acabó eso! yo que usted lo pensaría dos veces antes de decirlo.

Actualmente vemos que en el hermoso mundo de los productos infantiles, esa misma exposición a la propaganda y a la disciplina totalitaria está. No por fuerza estatal, no por fuerza del Partido Comunista; no, eso quedó en la Guerra Fría.

Lo vemos en las grandes marcas del mercado global, muchas de las cuales están en la vida de los niños desde hace generaciones. Está en las de ahora, estuvo en la mía, y en las que me precedieron y te precedieron a ti.

Antes era solo la galleta, las conversaciones eran sobre si la de vainilla era mejor que la de chocolate. O si tal caricatura era mejor que la otra, o hasta qué hora uno se quedaba pegado al televisor para ver una caricatura especial y comentar el día siguiente.

Ahora tus galletas decretan que si no estás de acuerdo con lo que dicen, tu hijo, de 9 o 10 años, es un transfóbico. Y dudo que los niños sepan qué es un trans o qué es ser transfóbico. Nosotros todavía estamos preguntándonos qué significa.

Pero si por desgracia tus niños han sido expuestos a ese tipo de propaganda, el gobierno ya está preparado para acogerlos. El nominado a secretario adjunto del Departamento de Salud propone el “cambio” de sexo infantil.

Pero si eso no les aterra, quizá esto sí. Recientes estudios revelan que por la pL4ndemia, casos de sobredosis de droga subieron 119 % y los casos de autolesión subieron en un 100 % en los jóvenes en abril de 2020.

Los niños son ahora diez veces más propensos a morir.

La educación de la llamada “nueva normalidad” más que educar a los niños, los vuelve más propensos a matarse a sí mismos.

Esto es lo que las élites están provocando y lo que sin duda están buscando. Deprimir a tus niños; deprimirlos y desmotivarlos. Provocarles problemas psicológicos. Así, son más fáciles de controlar. Con una mente enferma, probablemente dependiendo de medicamentos y de drogas, no tendrán mayores aspiraciones que simplemente SOBREVIVIR.

Y esa es la fórmula perfecta para que los déspotas dominen.

La dominación no se logra controlando a los que están, sino también a los que estarán. Dándoles educación controlada, enseñándoles qué deben y que no deben decir, el gobierno deprimiéndolos y llevándolos al borde del suicidio y la sobredosis con los confinamientos.

Los jóvenes están listos para ser la mano de obra y el nuevo electorado del mundo.

 

elamerican.com