- ULISES -
Creo que no hay nadie que no haya oído hablar de Ulises.
¿Sabías que, en Odisea, existe una de las escenas de amor más hermosas y conmovedoras de toda la literatura? ¡Y no, no estoy hablando de Penélope-
Sé que hoy está de moda decir que Homero es el cerebro de la "masculinidad tóxica", pero ¡este autor nos ha dejado una de las escenas de amor más conmovedoras jamás escritas-
Verás, la historia de Ulises es una historia de viajes, de aventuras, pero sobre todo la historia de un hombre que desea una cosa por encima de todo: ¡ir a casa! -
Y, finalmente, después de veinte años, Ulises regresa a su querida Ítaca.
Este es uno de los momentos más intensos de toda la Odisea:
- Ulises ve su ciudad, ve a su hijo Telémaco, que ahora se ha convertido en un hombre.
Y en ese momento es atropellado por la nostalgia, porque se da cuenta del tiempo que ha volado.
Sin embargo, Ulises, se disfraza de mendigo, para no ser reconocido por los que usurparon su trono. Entonces, ¿qué pasa? ¡Que nadie lo reconozca-
Su hijo no lo reconoce, su esposa no lo reconoce, su gente no lo reconoce.
Todo el mundo sólo ve sus vestidos de harapos, su pelo sucio y lo confunde con un «viejo mendigo». Sólo uno, entre todos los Ítaca, lo reconoce: Argo, su perro.
Verás, para un perro puedes ser un príncipe, un rey o un mendigo, un perro te ama de todos modos. A Argo no le importa nada la apariencia de Ulises, no le importa lo que lleva puesto, cómo se ve, solo necesita escuchar su voz para reconocerlo.
Y, poco después, él muere.
Aquí, recuerdo que cuando leí esta escena, por primera vez, me conmovió.
Argo había guardado su último aliento para Ulises.
Y sí, eres de relaciones de usar y tirar, te dirán que no hay nada tan extraordinario en esta escena.
Por qué cosas como la amistad, la lealtad y el amor, que sobreviven a la distancia, son incomprensibles en una sociedad que ha hecho de la ausencia de conexión una moda.
Es por eso que, en un mundo tan cínico como el de hoy, espero que tengas a alguien que te quiera, no por lo que eres, sino por quién eres, y que te mire, a los ojos, con la misma devoción que Argo tenía por Ulises. -
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