Te equivocaste.
Significabas tanto para mí y estabas tan dentro de mí, que me aferré con toda mi alma a solo verte feliz. Fue tal mi pasión y amor por tí, que olvidé, sin darme cuenta mi propia felicidad.
Aposté tanto a tu alegría y a verte sonreír, que agoté todas mis fuerzas al darte mucho más de lo que merecías y tú no supiste valorarlo. En tu egoísta vanidad y estúpido orgullo creíste que la intensidad de mi amor por tí, no era más que debilidad y que tus mezquinos besos eran el alimento que nutría mi alma.
Hoy decido marcharme, sin preguntas, sin reproches, amar también es saber renunciar. Por más que dure la noche, siempre habrá un nuevo amanecer.
Tu minúscula capacidad de dar amor, no la necesito y tus insípidos besos guárdalos para otra boca.
Mis noches de soledad, se las dejo al olvido.
Mi copa de dolor, al ayer.
Y, al viento, mi pesar y hastío.
No me arrepiento de lo vivido junto a tí, el hecho que no comprendas el significado de amar no le niega virtud al amor. Intentaré llenar mis vacíos en otros cielos, aunque confieso que en mi cielo ya no brillan las estrellas.
No te guardo rencor, ojalá tus días sean diferentes y no se parezcan a los míos, para que tu corazón no sangre cuando, un nuevo amor, llegue a tu vida y, entre besos y promesas, prometa amarte toda la vida y al mismo tiempo te haga pedazos el alma y trizas el corazón.
Hernán.
--------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario