20230818

 

Discúlpeme, Señora.
Discúlpeme, Señora, pero, ¿que busca?¿que desea usted de mí? si ayer, sin que le temblara la voz, sin que le importara mis sentimientos, me dijo, "ya no eres prioridad".

Discúlpeme Señora, no es mi intención ofenderla, pero, cuando las heridas ya no duelen, que sentido tiene buscar culpables, que sentido tiene recordar que fue hermoso.
Usted me habla de amor, pero, lo suyo solo es vanidad, solo es, ego disfrazado de amor.

Hoy Señora, en mi corazón no existe el rencor, todo lo vivido junto a usted, fue en su momento mi más grande ilusión, aunque su falsedad y egoísmo no le resta virtud al amor.

¿Qué si la quise?
No puedo negarlo, Señora, era usted la razón de mi vida, el alimento que nutria mi alma, la rica sustancia que sustentaba mi ser.

Pero, asimismo, Señora, usted no puede negar su desliz. Aquella tarde te marchaste sin mirar atrás, a la luz del ocaso te vi partir y como un filoso cuchillo tu ausencia se clavó en mi corazón, sumergiendo mi alma a la más terrible soledad.

Te lloré tantas noches y otras tantas, me sentí morir.
Pero, el tiempo, amigo tenaz y fiel al caminar junto a mí, entendió mi dolor y con voz suave y sin prisa, sanó mis heridas.

Hoy mi corazón sigue latiendo, mucho más fuerte que ayer, pues, la tristeza y el dolor fortaleció su latir.
Discúlpeme, Señora, si mis palabras la ofenden, no comprendo porqué su insistir, pues, no hay culpa en mí, si buscando usted solo brillar, encontró solo oscuridad y pesar.
Hernán.


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