20230207

 

LEYENDAS DE HISPALIS
.EL REY ARGANTONIO Y EL TESORO DEL CARAMBOLO
Hace cerca de 3000 años, el suroeste de la Península Ibérica, fue habitado por una cultura cuya grandeza no fue igualada en mucho tiempo, Los Tartesios, gobernada por un sabio rey llamado Argantonio.
Híspalis era una próspera ciudad, ha igual que toda Andalucía, gracias a la explotación de las minas de oro, plata y cobre de Tarsos, las cuales se la tenían alquiladas a los Fenicios, en un acuerdo comercial en el que estos, a cambio, se quedaban con toda la producción de pieles curtidas (sobre todo de toros) para su exportación a todo el mundo. En un momento dado, estos fenicios disminuyen la demanda de pieles, con objeto de abaratar el producto y poder explotar a los andaluces. El Rey Argantonio al ver que eso significaba la miseria para su pueblo, rompe el compromiso y les piden que se marchen de Andalucía, a lo que estos se niegan rotundamente. Mientras tanto, una flotilla de barcos de guerra fenicios atraca en Cádiz.
Argantonio forma a su ejército y parte para impedir el desembarco, dejando a su hijo Turión al mando de la ciudad, pero antes, le hace entrega los símbolos sagrados de su soberanía. La corona real, unos brazaletes, un pectoral, y un collar, todo primorosamente forjado y repujado en oro puro.
Pero todo era una estratagema, cuando el rey va a medio camino, una gran flota fenicia penetra por Sanlúcar, y subiendo por el río llegan al puerto de Híspalis. En una rápida maniobra desembarcan y atacan la ciudad, cogiendo desprevenidos al joven Turión y lo que quedaba de la guarnición militar, los fenicios no tienen piedad, y a pesar de la resistencia de los tartesios pasan a cuchillos a toda la población, incendiando seguidamente la ciudad.
Turión vio cómo asesinaban a toda su familia, en un momento del combate se introdujo en su tienda cogió un cántaro vacío de agua e introdujo en el las sagradas insignias que le dejo su padre, saliendo por la parte trasera se dirigió a un bosque de alerces, que por entonces llenaban los alrededores de Sevilla. Hizo un profundo hoyo en el suelo y enterró aquella vasija con los símbolos de su pueblo, cuando retornaba al combate, una flecha le atravesó el corazón, muriendo junto a su familia ya asesinada.
Argantonio en la lejanía vio iluminarse el cielo, y dando media vuelta ordenó a su ejército volver a Híspalis a toda prisa. Era medianoche cuando avistaron la ciudad, y aquellos que habían conseguido escapar le informaron de lo ocurrido. Los fenicios se encontraban celebrando su victoria, estaban totalmente borrachos y abusaban de las jóvenes que habían capturado, Argantonio ordena a una parte de su ejército que incendien las nave fenicias, mientras ellos atacaban a los invasores, cuando estos intentaron retroceder a las naves, se encontraron que esta estaban hundidas, siendo atacados por los dos flancos y muriendo todos en el combate.
El Rey marcha inmediatamente a donde se encontraba su tienda, encontrándose a toda su familia muerta, presa del dolor ordena que registren el campamento y busquen las preciadas y sagradas reliquias, hecho que no consiguieron, llegando a la conclusión de que se la habrían llevado a uno de los barcos, y ahora se encontraban en el fondo del Guadalquivir.
El reinado de Argantonio duró más de 80 años, llevando a su pueblo tartésico al esplendor que siempre tuvieron, haciendo de nuestra Híspalis su capital del Reino.

El 30 de Septiembre de 1956, cuando unos obreros hacían una zanja para unos cimientos en el llamado cerro del Carambolo (Camas) encuentran un cántaro de barro, al romperlo aparece dentro el sagrado tesoro de los Tartesios, que Terión enterró aquella noche trágica. Un recipiente de barro repleto de piezas de oro. Brazaletes, placas, pectorales y collares en oro de 324 quilates, con un peso total de 2.950 gr.
Actualmente, una réplica de este tesoro se encuentra en el Museo Arqueológico de Sevilla, estando el original, al cual pertenecen estas fotos, en la cámara acorazada de un banco en nuestra ciudad.
Manuel G. Ponce


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