LOS GOLLUTS: LA “RAZA MALDITA” DE ENANOS DEL PIRINEO
Fueron llamados “Golluts” o “enanos del Pirineo” y considerados como monstruos humanos. Durante generaciones no se habló de ellos hasta que en 1886 salió a la luz pública su existencia tras un artículo en un periódico madrileño de Miguel Morayta, que se encontraba de vacaciones en el valle de Ribes, en Gerona, el cual por aquellos entonces era frecuentada por gente aburguesada del momento dado que se decía que sus aguas eran curativas por lo que se abrieron varios balnearios en esta zona.
Fue allí cuando, en un paseo por las tierras de los Pirineos Orientales, uno de estos seres se cruzó, fugazmente, en su camino. La existencia de los Golluts era desconocida para gran parte de España, pero no para la gente de la región, aunque no se hablaba de ello, era un tema tabú.
Marginados y siendo objeto de burlas y desprecios, víctimas del rechazo y discriminación. La gente los consideraba brujos y propagadores de mala suerte y que habían sido producto de algún tipo de castigo divino. Estas gentes se mantuvieron ocultos avergonzados de sus propios defectos. Ni siquiera tenían el derecho de ser enterradas en el cementerio o entrar en la iglesia. Su alimentación se basaba en patatas, raíces y el pan negro que algún vecino les daba por caridad. Bebían en la fuente la de la Margarideta. Sus aguas arsénicas venían del rio Segarell, conocido por los locales como “el rio maldito de los golluts”.
A pesar de su aspecto extraño, eran muy afables, de buen carácter y sin malicia. Tenían fama de tener mucha paciencia. No todos tenían el mismo grado de cretinismo. Los individuos menos afectados por la enfermedad, trabajaban al cuidado de los niños o como porqueros para algunas familias. Por su conocimiento de las hierbas, tenían un don especial para hacer licores. Se dice que una marca de ratafía la creó un enano de Ribes que hacía de niñero para una familia de Olot. Otros individuos no tuvieron tanta suerte y fueron vendidos o alquilados para ser exhibidos en barracas de feria y circos ambulantes al grito de “¡Damas y caballeros, pasen y vean!”.
Las noticias publicadas en los periódicos avivó el debate sobre el origen de estos enanos. Los científicos positivistas y conservadores religiosos, que no eran partidarios de la teoría de la evolución, defendieron que aquellas gentes eran los últimos descendientes de una primigenia invasión tártara que gradualmente habían ido degenerando (posiblemente por sus ojos achinados). Términos como raza maldita o castigo divino fueron utilizados para hablar de estas pobres gentes. Los vecinos del Ripollés se decantaron por esta postura. Era preferible que se les relacionase con tártaros antes que con el cretinismo y el atraso de la zona. Era un tema delicado para una zona que estaba empezando a prosperar gracias al turismo de salud.
Pero los científicos más jóvenes, abiertos a las nuevas corrientes higienistas, veían en los golluts no un tema antropológico sino simplemente un asunto médico: La enfermedad que padecían los Golluts se llama “bocio” debida, en parte, a una alimentación deficiente en territorios de gran altitud. La reiterada consanguineidad de sus miembros derivaba en cretinismo. Comunidades similares se habían localizado en otras zonas aisladas del país.
La ciencia comenzó a entender que se trataba de una comunidad aislada afectada por una enfermedad denominada bocio endémico (mixedema) caracterizado por un bulto debajo de la barbilla (bocio, en catalán goll) a veces tan grande como la cabeza de un niño. Dicho bulto está producido por un crecimiento atrófico de la glándula tiroides, estimulada por la hipófisis, en un intento de compensar el déficit de producción hormonal. La aparición del bocio supuso su marginación social, y con ella vino la endogamia, la mala nutrición, y su lenta extinción.
¿Y a qué se debe ése bocio monstruoso? Puede producirse por un tumor cancerígeno... o por beber aguas poco mineralizadas y nada yodadas. Y estas gentes bebían de manantiales situados a 2.000 metros de altura, nacidos directamente del deshielo. El hipotiroidismo congénito también tiene asociados una falta de desarrollo físico y mental.
Casos de bocio endémico no se dieron sólo esta zona. Hay casos documentados en otras zonas de Cataluña, en la zona del Moncayo en Aragón. También hay carencias de yodo en zonas muy concretas de Andalucía (Granada, Almería), Asturias, Galicia, Extremadura y Castilla. Y en otros países europeos, como Italia y Francia.
Pero, ¿que ha sido de los golluts? Consta que en un congreso médico celebrado en 1917 ya se estaba constatando que la enfermedad desaparecía conforme se mejoraban las condiciones higiénicas y alimentarias de la zona pirenaica. Aunque se dice que el último murió en los ochenta.