20180514


¿HIJOS...?

Hace años, algunos años, conocí a una persona y, esa persona, me contó una historia. 
Una historia sentimental y, a la vez, desgarradora.

Esa persona, ya mayor, con lágrimas en sus ojos y mirada desengañada, empezó a desahogarse y a narrarme la historia más triste que jamás escuché. 

Ésto me contó:

Los hijos, cuando acaban de nacer, son una bendición, un regalo que la sabia naturaleza nos hace llegar para nuestra alegría. Nos reavivan las ganas de vivir, nos dan nuevas ilusiones día tras día, risa a risa, llanto a llanto, reaccionando a nuestras palabras y a nuestros gestos, casi como autómatas carentes de identidad.
Nuestro amor, por ellos, va creciendo a la vez que ellos, también van creciendo. Comienzan a tocar empiezan a hablar, y sentimos, nuestra baba caer por la comisura de los labios, mientras los miramos embobados y ensimismados, absortos en ellos, disfrutando de ellos.

Los años pasan, tal vez demasiado rápidos, o demasiado rápidos… sin “tal vez”.
Seguimos disfrutando de ellos y con ellos.
Los sacamos al parque, los llevamos a colegio, les curamos esas heridas que se hacen al caer al suelo, esas heridas que nos duele más a nosotros que a ellos. Ahogamos sus lágrimas con nuestros besos, deseamos pasar sus fiebres y sus dolores de dientes, deseamos que no les toque ni el mismísimo aire y ansiamos, fervientemente, que cualquier mal que les pueda llegar, se desvíe y nos llegue a nosotros. Porque su bienestar es nuestro bienestar y sus sonrisas son nuestra recompensa.
Eso es amor en estado puro.
Tratamos de enseñarles lo poco que sabemos, le damos TODO Y MÁS.. por ese amor y creemos que esa situación, que esa sensación de felicidad diaria, será eterna y nos sentimos dichosos, por ello.

Pero…
los años pasan inexorables y, de pronto, un día, casi sin darnos cuenta, todo cambia. 
La historia se torna, de pronto, gris, muy gris, tristemente gris.
Un día, reparas en que tu casa la han ocupado desconocidos, personas que, si, se parecen a tus hijos, ocupan su lugar pero no son ellos.
Qué macabra puede llegar a ser la vida, como, de un día para otro, se puede llevar el sol, nuestro soles y dejar esta oscuridad latente.
Al principio te asustas, temes por ellos. ¿Dónde estarán mis niños? te preguntas y piensas que quien coño son éstos desconocidos que se ponen sus ropas, duermen en sus camas y se han apropiado hasta de sus nombres, ¿quienes son?

Hasta que, pasado el tiempo, resignado y hundido, comprendes que, seguramente, nunca volverán.
Nunca volverás a escuchar ese cariñoso y entusiasmado “PAPI”, de sus labios, nunca volverás a ser su héroe, nunca volverás a ser su referencia para todo, nunca volverán a tronar, en el pasillo, esas aceleradas carreras para darte el más largo y tierno, de los abrazos, a tu vuelta del trabajo y nunca volverás a leerles esos cuentos, esas bonitas historias, antes de irse a dormir… nunca !!

Aunque tú, incrédulo, los sigues alimentado, sigues albergando la fantasía que son tus niños y de que volverán. De que es un mal sueño, pero este mal sueño, se torna pesadilla con el paso del tiempo y tus niños siguen sin volver y estos desconocidos, cada día que pasa, son más y más desconocidos.

Y, mientras tanto, mientras pasas las noches en vela, rezando a dioses, de los que ni crees, esperando el milagro. Ese milagro en el que tus niños vuelven.
Mientras esperas, te consuelas hojeando los viejos álbumes de fotos que les hiciste cuando tus niños eran tus niños y tu felicidad era amor… ese amor.

Diciendo ésto, mi viejo amigo, tapó su rostro con sus arrugadas manos y se echó a llorar.
No tuvo fuerzas para acabar su historia, su triste historia de amor

Se echó a llorar, no sin antes hacer una pausa, respirar muy hondo, mirarme a los ojos y darme este sabio consejo:

CUANDO TENGAS HIJOS, JOVEN AMIGO,

DISFRÚTALOS MIENTRAS SEAN PEQUEÑOS,

DISFRÚTALOS, CADA HORA DE CADA DÍA…

… ANTES DE QUE SE VAYAN.

En aquel momento no comprendí sus palabras.

Nunca supe si su historia tuvo un desenlace feliz o no. La leyenda, suele contar que, con los años, esos niños vuelven. 
Tal vez, el tiempo, alguna vez, me desvele el final, cuando ese viejo, sea yo y su historia, sea mi historia. 
O, tal vez, su historia ya empieza a ser la mía... más de lo que quisiera !!

MPALACIOSH




No hay comentarios:

Publicar un comentario