20180509



EL SUTIL ARTE DE QUE NADA TE IMPORTE
UNA REFLEXIÓN SOBRE LO IMPORTANTE
Durante mi vida me han importado muchas personas y muchas cosas. También hay muchas cosas y personas que no me han importado. Y todas esas cosas y gente que NO me han importado hacen la diferencia.
Comúnmente la gente dice que la clave para tener confianza y triunfar en la vida es “que no te importe.
Probablemente conoces a alguien que en algún momento, no le importó nada y logró cosas increíbles. O probablemente tu mismo en algún momento dijiste A la mierda, no me importa y lograste algo muy satisfactorio.
Bueno, que nada te importe puede parecer simple en la superficie, pero es todo un proceso. Gran parte de nuestras vidas lo pasamos pesimistas, porque hay demasiadas cosas que nos importan y nos afectan emocionalmente, sobre todo en situaciones que no deberían.
Nos importa que el cajero del supermercado no haya atendido mal. Nos importa que el programa, de TV, que nos gustaba haya sido cancelado. Nos importa que nadie en el trabajo nos pregunte acerca del gran fin de semana que tuvimos. Nos importa que llueva cuando teníamos pensado salir en bici.
Y así vamos por la vida, todo nos importa, y ¿Por qué? ¿Buscamos la aceptación del resto?
Ahí está el problema, amigos.
Por elegir que todo nos importe, y que todo funcione de acuerdo a nuestras expectativas es que nos sentimos con el derecho a sentirnos cómodos y felices todo el tiempo. Y ahí es cuando la realidad nos arruina todo, porque la vida no es perfecta.
De hecho, si pudiéramos controlar la cantidad de veces que algo nos importa, y que nos importara solo cuando realmente es necesario, la vida sería mucho más fácil. Equivocarse sería mucho menos aterrorizador. Si solo pudiéramos decidir que las cosas nos importen menos (o que menos cosas nos importen, como prefieran verlo), la vida sería mucho más simple.
Lo que no nos hemos dado cuenta es que la habilidad que las cosas no te importen es un arte y que lleva mucho tiempo aprender. Porque nacimos programados para que todo nos importe. ¿Alguna vez viste a algún niño llorando, como loco, porque no recibió lo que quería para navidad? E niño tiene que aprender a que las cosas no le importen.
Desarrollar la habilidad de que las cosas no te afecten es la esencia de la fortaleza personal y la integridad. Nosotros tenemos que trabajar en nuestra capacidad de que las cosas no nos importen a través de los años, es un trabajo que nunca acaba. Como el vino, nuestra capacidad de que las cosas nos importen debe ser añejada y mejorada con los años, y solo destaparla en los momentos más especiales.
Esto suena fácil, pero no lo es. La mayoría de nosotros nos vemos involucrados en las más crueles trivialidades de la vida, guiadas por dramas muy poco importantes. Vivimos y morimos siendo afectados por distracciones y banalidades que nos quitan toda la energía.
Y esa no es forma de vivir. Así que deja de perder el tiempo, y enfócate en las cosas que realmente te importan, y aquí, amigos y amigas míos, les mostraré como hacerlo.
Cuando la gente se imagina como es la vida sin que las cosas te importen, se imaginan una perfecta y serena indiferencia frente a todo.
No es así. No hay nada admirable acerca de la indiferencia. La gente que es indiferente es la que tiene más miedo e inseguridad. Son los típicos trolls de internet o los que hablan a tus espaldas. De hecho, la gente indiferente es generalmente indiferente porque todo les afecta demasiado. Están asustados del mundo y de las repercusiones de sus actos, y por eso mismo, no actúan, están ahí congelados, sepultados en su propia autocompasión, perpetuamente distraídos por esta cosa desafortunada y dolorosa llamada vida.
Cuando decimos, “Mira, a ese nada le importa”, eso no significa que a ese nada le importa; al contrario, lo que significa es que a ese no le importa la adversidad que representan sus metas, a él no le importa que la gente se enoje o hable de él cuando él cree que está haciendo algo bueno o importante.
Eso es lo admirable de ganarle a la adversidad, de no tener miedo a equivocarse o hacer el ridículo un par de veces. La gente que sabe lo que es correcto para ellos y para sus propios sentimientos. No le dicen “A la mierda” a todo en la vida, sino a todo lo que NO ES IMPORTANTE en la vida. Ellos dejan que solo las cosas importantes les afecten. Familia. Amigos. Las cosas que para ellos son importantes en la vida.
Eric Hoffer una vez escribió: ”Un hombre tiende a preocuparse más de sus propias cosas cuando tiene cosas importantes de las preocuparse. Cuando no tiene nada importante en su vida, se preocupa de las cosas irrelevantes de la vida metiéndose en la vida del resto”
El problema con la gente que anda metiéndose en la vida de lo demás, es que no tienen nada más importante de que preocuparse.
Piensa en esto un momento: Estás en el supermercado, y tienes a una señora mayor gritándole al cajero porque no le acepta un cupón de descuento de 30 céntimos. Tu piensas: ¿Por qué hace tanto drama, esta señora, son solo 30 céntimos?
Bueno, te voy a decir porque está haciendo un escándalo: Esta señor, probablemente, no tiene nada mejor que hacer que sentarse a juntar cupones de descuento toda la mañana. Es vieja y está sola. Sus hijos son una mierda y no la van a ver. Hace 30 años que no tiene sexo. Su pensión no le alcanza para nada y probablemente se muera sola.
Entonces ella junta cupones. Es ella y sus cupones. Todo el dia, cada dia. Es lo único que le importa en la vida. Y cuando ese cajero de 18 años le dice que no puede aceptar sus cupones, ella se enfada.
Y si te encuentras a ti mismo constantemente preocupado de cosas poco relevantes (que las baterías del móvil se acaban muy rápido, que te perdiste otra oferta 2×1 en el supermercado, que tal amigo solo te busca cuando le interesa), es muy posible que no haya nada muy importante en tu vida, y ese es el problema.
En la vida, tienen que haber cosas que nos importen. No es cosa de llegar un día y decidir que nada te importa. Solo que las cosas que te importan tiene que ser elegidas con sabiduría. Hay una limitada cantidad de cosas importantes en la vida, y tienen que ser bien elegidas.
Cuando somos jóvenes, tenemos mucha energía. Todo es nuevo y excitante. Y todo parecer ser importante (lo que la gente dice acerca de nosotros, si esa chica/o que nos gusta se acordó de nuestro cumpleaños, si nuestra ropa combina)  pero, a medida que crecemos, nos damos cuenta que la mayoría de esas cosas no tienen un impacto en nuestras vidas. Todas esas cosas que la gente decía acerca de nosotros se desvanecen y esas veces que fuimos rechazados por alguien que nos gustaba dejan de importar. Nos damos cuenta que la gente se fija en las cosas más superficiales acerca de nuestra persona y así nos empezamos a preocupar de hacer cosas para nosotros mismo en vez de hacerlas para satisfacer las expectativas del resto.
Esencialmente, nos volvemos más selectivos acerca de las cosas que realmente nos importan. Es lo que algunos llaman “madurez”. Es agradable, deberías intentarlo. La madurez es lo que pasa cuando empiezas a darle importancia a las cosas que son realmente importantes.
Entonces, crecemos y otra cosa interesante pasa. Nuestros niveles de energía decaen. Nuestra identidad se vuelve sólida. Sabemos quién somos, y lo aceptamos. Ya no tenemos ganas de cambiar las cosas que no se pueden cambiar.
Y, de cierta forma, esto es muy liberador. Ya no necesitamos que todo nos importe. La vida es lo que es. Aceptamos la vida tal como es. Nos damos cuenta que nunca vamos a descubrir la cura para el cáncer, ir a la luna o tocarle las tetas a Jennifer Aniston. Y eso está bien.
La vida sigue. Y ahora nos reservamos nuestra capacidad de que nos importe solo para las cosas más importantes de nuestra vida: nuestra familia, nuestros mejores amigos, las cosas que nos gusta hacer. Y aunque parezcan increíbles, esto es suficiente. Esta simplificación de todo es lo que nos hace finalmente felices.
Y después de esto, un día, nos levantamos y somos viejos. Y junto a nuestros dientes y nuestro deseo sexual, nuestra habilidad de que las cosas nos importen empiezan a desaparecer.
Y, al final de nuestra vida, nos pasamos los días sin tener energía para que las cosas importantes nos importen y empezamos a gastar las pocas energías que tenemos en darle importancia a las cosas mundanas, pero que se han vuelto difíciles de la vida, como: Almorzar, ir al médico, conducir sin dormirse, ir al baño sin cagarse encima y… cupones de descuentos.
Y, así, un día, en nuestro lecho de muerte, rodeado de la gente que nos importó durante nuestra vida, y, a los que nosotros les importamos, dejamos que finalmente nada nos importe. Y entre las lágrimas de nuestros seres queridos, y el, cada vez, más pausado sonido del monitor de actividad cardíaca, nos desvanecemos para irnos a otro lugar… donde YA nada importa.
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 Por cierto, tampoco me importa si me lees y no comentas ná de ná, a pesar de que lo haya escrito por y para ti. 
Tampoco necesito tu reconocimiento, me contento con tu anónimo tiempo dedicado a esta lectura. 
Hace tiempo que alcancé mi madurez y...
¡ QUÉ IMPORTA !


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