20180520


¿Deberían exigir los partidos a sus cargos públicos un periodo mínimo de cotización?

Los hay por todas partes, y puedes encontrarlos en PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. Chavales que no han trabajado un sólo día de su vida, entran en las juventudes del partido a los 20 años y, con su astucia, logran un cargo público (diputado, concejal...) que lleva un suculento sueldo aparejado. Algunos no han terminado sus carreras, y otros simplemente se han limitado a licenciarse pero sin conocer lo que es trabajar en la calle.

Muchos les llamamos "vividores de la política", y en mi caso lo hago no sólo por el rechazo abstracto que me provoca su situación, sino porque conozco personalmente a alguno y, hablando con él, he comprobado que su intención es vivir para siempre de esto, y se hace su composición de vida (hipoteca, gastos que va a asumir cuando tenga hijos...) partiendo de que siempre tendrá su sueldo ligado al partido.

Pues bien, yo pienso que todos los partidos deberían exigir a sus militantes un periodo mínimo de cotización a lo largo de su vida (pongamos diez años, aunque el número es discutible) antes de tener un cargo público vinculado al partido y vivir de él. Los motivos son los siguientes:
-Para ser un buen político deber ser independiente y actuar conforme a tu conciencia y valores, sin ser rehén de nadie. Si tienes tu trabajo fuera de la política, tu miedo a que te echen por plantar cara a las miserias internas del partido será menor. Si tu única fuente de sustento es el partido, el terror al hambre te volverá un esclavo de sus dirigentes.

-Para ser un buen político hay que conocer la calle. Y una forma estupenda de lograrlo es ganarte las habichuelas interactuando con el personal. Así sabes lo que cuestan las cosas y, de verdad, puedes ponerte en la piel del ciudadano medio. Así podrás empatizar de verdad con el autónomo que se mata por llegar a fin de mes, conocer sus necesidades, sentir sus frustraciones y pelear por él con la misma fuerza que si pelearas por ti mismo. Todo ello aparte de la impagable formación que conseguirás, tan útil o más que la obtenida en la universidad.

-Para que tus electores te respeten, es esencial que sepan que no has construido tu vida a costa suya. Que tu casa y tus muebles los has comprado con tu esfuerzo como trabajador, y que si estás en política es para generarles provecho, nunca para aprovecharte de ellos.

Así que yo no lo pensaría más e implementaría la medida, aunque ello provocase que un amplísimo porcentaje de los cargos públicos de los partidos no pudiesen renovar su cargo.

20180514


¿HIJOS...?

Hace años, algunos años, conocí a una persona y, esa persona, me contó una historia. 
Una historia sentimental y, a la vez, desgarradora.

Esa persona, ya mayor, con lágrimas en sus ojos y mirada desengañada, empezó a desahogarse y a narrarme la historia más triste que jamás escuché. 

Ésto me contó:

Los hijos, cuando acaban de nacer, son una bendición, un regalo que la sabia naturaleza nos hace llegar para nuestra alegría. Nos reavivan las ganas de vivir, nos dan nuevas ilusiones día tras día, risa a risa, llanto a llanto, reaccionando a nuestras palabras y a nuestros gestos, casi como autómatas carentes de identidad.
Nuestro amor, por ellos, va creciendo a la vez que ellos, también van creciendo. Comienzan a tocar empiezan a hablar, y sentimos, nuestra baba caer por la comisura de los labios, mientras los miramos embobados y ensimismados, absortos en ellos, disfrutando de ellos.

Los años pasan, tal vez demasiado rápidos, o demasiado rápidos… sin “tal vez”.
Seguimos disfrutando de ellos y con ellos.
Los sacamos al parque, los llevamos a colegio, les curamos esas heridas que se hacen al caer al suelo, esas heridas que nos duele más a nosotros que a ellos. Ahogamos sus lágrimas con nuestros besos, deseamos pasar sus fiebres y sus dolores de dientes, deseamos que no les toque ni el mismísimo aire y ansiamos, fervientemente, que cualquier mal que les pueda llegar, se desvíe y nos llegue a nosotros. Porque su bienestar es nuestro bienestar y sus sonrisas son nuestra recompensa.
Eso es amor en estado puro.
Tratamos de enseñarles lo poco que sabemos, le damos TODO Y MÁS.. por ese amor y creemos que esa situación, que esa sensación de felicidad diaria, será eterna y nos sentimos dichosos, por ello.

Pero…
los años pasan inexorables y, de pronto, un día, casi sin darnos cuenta, todo cambia. 
La historia se torna, de pronto, gris, muy gris, tristemente gris.
Un día, reparas en que tu casa la han ocupado desconocidos, personas que, si, se parecen a tus hijos, ocupan su lugar pero no son ellos.
Qué macabra puede llegar a ser la vida, como, de un día para otro, se puede llevar el sol, nuestro soles y dejar esta oscuridad latente.
Al principio te asustas, temes por ellos. ¿Dónde estarán mis niños? te preguntas y piensas que quien coño son éstos desconocidos que se ponen sus ropas, duermen en sus camas y se han apropiado hasta de sus nombres, ¿quienes son?

Hasta que, pasado el tiempo, resignado y hundido, comprendes que, seguramente, nunca volverán.
Nunca volverás a escuchar ese cariñoso y entusiasmado “PAPI”, de sus labios, nunca volverás a ser su héroe, nunca volverás a ser su referencia para todo, nunca volverán a tronar, en el pasillo, esas aceleradas carreras para darte el más largo y tierno, de los abrazos, a tu vuelta del trabajo y nunca volverás a leerles esos cuentos, esas bonitas historias, antes de irse a dormir… nunca !!

Aunque tú, incrédulo, los sigues alimentado, sigues albergando la fantasía que son tus niños y de que volverán. De que es un mal sueño, pero este mal sueño, se torna pesadilla con el paso del tiempo y tus niños siguen sin volver y estos desconocidos, cada día que pasa, son más y más desconocidos.

Y, mientras tanto, mientras pasas las noches en vela, rezando a dioses, de los que ni crees, esperando el milagro. Ese milagro en el que tus niños vuelven.
Mientras esperas, te consuelas hojeando los viejos álbumes de fotos que les hiciste cuando tus niños eran tus niños y tu felicidad era amor… ese amor.

Diciendo ésto, mi viejo amigo, tapó su rostro con sus arrugadas manos y se echó a llorar.
No tuvo fuerzas para acabar su historia, su triste historia de amor

Se echó a llorar, no sin antes hacer una pausa, respirar muy hondo, mirarme a los ojos y darme este sabio consejo:

CUANDO TENGAS HIJOS, JOVEN AMIGO,

DISFRÚTALOS MIENTRAS SEAN PEQUEÑOS,

DISFRÚTALOS, CADA HORA DE CADA DÍA…

… ANTES DE QUE SE VAYAN.

En aquel momento no comprendí sus palabras.

Nunca supe si su historia tuvo un desenlace feliz o no. La leyenda, suele contar que, con los años, esos niños vuelven. 
Tal vez, el tiempo, alguna vez, me desvele el final, cuando ese viejo, sea yo y su historia, sea mi historia. 
O, tal vez, su historia ya empieza a ser la mía... más de lo que quisiera !!

MPALACIOSH




20180509



EL SUTIL ARTE DE QUE NADA TE IMPORTE
UNA REFLEXIÓN SOBRE LO IMPORTANTE
Durante mi vida me han importado muchas personas y muchas cosas. También hay muchas cosas y personas que no me han importado. Y todas esas cosas y gente que NO me han importado hacen la diferencia.
Comúnmente la gente dice que la clave para tener confianza y triunfar en la vida es “que no te importe.
Probablemente conoces a alguien que en algún momento, no le importó nada y logró cosas increíbles. O probablemente tu mismo en algún momento dijiste A la mierda, no me importa y lograste algo muy satisfactorio.
Bueno, que nada te importe puede parecer simple en la superficie, pero es todo un proceso. Gran parte de nuestras vidas lo pasamos pesimistas, porque hay demasiadas cosas que nos importan y nos afectan emocionalmente, sobre todo en situaciones que no deberían.
Nos importa que el cajero del supermercado no haya atendido mal. Nos importa que el programa, de TV, que nos gustaba haya sido cancelado. Nos importa que nadie en el trabajo nos pregunte acerca del gran fin de semana que tuvimos. Nos importa que llueva cuando teníamos pensado salir en bici.
Y así vamos por la vida, todo nos importa, y ¿Por qué? ¿Buscamos la aceptación del resto?
Ahí está el problema, amigos.
Por elegir que todo nos importe, y que todo funcione de acuerdo a nuestras expectativas es que nos sentimos con el derecho a sentirnos cómodos y felices todo el tiempo. Y ahí es cuando la realidad nos arruina todo, porque la vida no es perfecta.
De hecho, si pudiéramos controlar la cantidad de veces que algo nos importa, y que nos importara solo cuando realmente es necesario, la vida sería mucho más fácil. Equivocarse sería mucho menos aterrorizador. Si solo pudiéramos decidir que las cosas nos importen menos (o que menos cosas nos importen, como prefieran verlo), la vida sería mucho más simple.
Lo que no nos hemos dado cuenta es que la habilidad que las cosas no te importen es un arte y que lleva mucho tiempo aprender. Porque nacimos programados para que todo nos importe. ¿Alguna vez viste a algún niño llorando, como loco, porque no recibió lo que quería para navidad? E niño tiene que aprender a que las cosas no le importen.
Desarrollar la habilidad de que las cosas no te afecten es la esencia de la fortaleza personal y la integridad. Nosotros tenemos que trabajar en nuestra capacidad de que las cosas no nos importen a través de los años, es un trabajo que nunca acaba. Como el vino, nuestra capacidad de que las cosas nos importen debe ser añejada y mejorada con los años, y solo destaparla en los momentos más especiales.
Esto suena fácil, pero no lo es. La mayoría de nosotros nos vemos involucrados en las más crueles trivialidades de la vida, guiadas por dramas muy poco importantes. Vivimos y morimos siendo afectados por distracciones y banalidades que nos quitan toda la energía.
Y esa no es forma de vivir. Así que deja de perder el tiempo, y enfócate en las cosas que realmente te importan, y aquí, amigos y amigas míos, les mostraré como hacerlo.
Cuando la gente se imagina como es la vida sin que las cosas te importen, se imaginan una perfecta y serena indiferencia frente a todo.
No es así. No hay nada admirable acerca de la indiferencia. La gente que es indiferente es la que tiene más miedo e inseguridad. Son los típicos trolls de internet o los que hablan a tus espaldas. De hecho, la gente indiferente es generalmente indiferente porque todo les afecta demasiado. Están asustados del mundo y de las repercusiones de sus actos, y por eso mismo, no actúan, están ahí congelados, sepultados en su propia autocompasión, perpetuamente distraídos por esta cosa desafortunada y dolorosa llamada vida.
Cuando decimos, “Mira, a ese nada le importa”, eso no significa que a ese nada le importa; al contrario, lo que significa es que a ese no le importa la adversidad que representan sus metas, a él no le importa que la gente se enoje o hable de él cuando él cree que está haciendo algo bueno o importante.
Eso es lo admirable de ganarle a la adversidad, de no tener miedo a equivocarse o hacer el ridículo un par de veces. La gente que sabe lo que es correcto para ellos y para sus propios sentimientos. No le dicen “A la mierda” a todo en la vida, sino a todo lo que NO ES IMPORTANTE en la vida. Ellos dejan que solo las cosas importantes les afecten. Familia. Amigos. Las cosas que para ellos son importantes en la vida.
Eric Hoffer una vez escribió: ”Un hombre tiende a preocuparse más de sus propias cosas cuando tiene cosas importantes de las preocuparse. Cuando no tiene nada importante en su vida, se preocupa de las cosas irrelevantes de la vida metiéndose en la vida del resto”
El problema con la gente que anda metiéndose en la vida de lo demás, es que no tienen nada más importante de que preocuparse.
Piensa en esto un momento: Estás en el supermercado, y tienes a una señora mayor gritándole al cajero porque no le acepta un cupón de descuento de 30 céntimos. Tu piensas: ¿Por qué hace tanto drama, esta señora, son solo 30 céntimos?
Bueno, te voy a decir porque está haciendo un escándalo: Esta señor, probablemente, no tiene nada mejor que hacer que sentarse a juntar cupones de descuento toda la mañana. Es vieja y está sola. Sus hijos son una mierda y no la van a ver. Hace 30 años que no tiene sexo. Su pensión no le alcanza para nada y probablemente se muera sola.
Entonces ella junta cupones. Es ella y sus cupones. Todo el dia, cada dia. Es lo único que le importa en la vida. Y cuando ese cajero de 18 años le dice que no puede aceptar sus cupones, ella se enfada.
Y si te encuentras a ti mismo constantemente preocupado de cosas poco relevantes (que las baterías del móvil se acaban muy rápido, que te perdiste otra oferta 2×1 en el supermercado, que tal amigo solo te busca cuando le interesa), es muy posible que no haya nada muy importante en tu vida, y ese es el problema.
En la vida, tienen que haber cosas que nos importen. No es cosa de llegar un día y decidir que nada te importa. Solo que las cosas que te importan tiene que ser elegidas con sabiduría. Hay una limitada cantidad de cosas importantes en la vida, y tienen que ser bien elegidas.
Cuando somos jóvenes, tenemos mucha energía. Todo es nuevo y excitante. Y todo parecer ser importante (lo que la gente dice acerca de nosotros, si esa chica/o que nos gusta se acordó de nuestro cumpleaños, si nuestra ropa combina)  pero, a medida que crecemos, nos damos cuenta que la mayoría de esas cosas no tienen un impacto en nuestras vidas. Todas esas cosas que la gente decía acerca de nosotros se desvanecen y esas veces que fuimos rechazados por alguien que nos gustaba dejan de importar. Nos damos cuenta que la gente se fija en las cosas más superficiales acerca de nuestra persona y así nos empezamos a preocupar de hacer cosas para nosotros mismo en vez de hacerlas para satisfacer las expectativas del resto.
Esencialmente, nos volvemos más selectivos acerca de las cosas que realmente nos importan. Es lo que algunos llaman “madurez”. Es agradable, deberías intentarlo. La madurez es lo que pasa cuando empiezas a darle importancia a las cosas que son realmente importantes.
Entonces, crecemos y otra cosa interesante pasa. Nuestros niveles de energía decaen. Nuestra identidad se vuelve sólida. Sabemos quién somos, y lo aceptamos. Ya no tenemos ganas de cambiar las cosas que no se pueden cambiar.
Y, de cierta forma, esto es muy liberador. Ya no necesitamos que todo nos importe. La vida es lo que es. Aceptamos la vida tal como es. Nos damos cuenta que nunca vamos a descubrir la cura para el cáncer, ir a la luna o tocarle las tetas a Jennifer Aniston. Y eso está bien.
La vida sigue. Y ahora nos reservamos nuestra capacidad de que nos importe solo para las cosas más importantes de nuestra vida: nuestra familia, nuestros mejores amigos, las cosas que nos gusta hacer. Y aunque parezcan increíbles, esto es suficiente. Esta simplificación de todo es lo que nos hace finalmente felices.
Y después de esto, un día, nos levantamos y somos viejos. Y junto a nuestros dientes y nuestro deseo sexual, nuestra habilidad de que las cosas nos importen empiezan a desaparecer.
Y, al final de nuestra vida, nos pasamos los días sin tener energía para que las cosas importantes nos importen y empezamos a gastar las pocas energías que tenemos en darle importancia a las cosas mundanas, pero que se han vuelto difíciles de la vida, como: Almorzar, ir al médico, conducir sin dormirse, ir al baño sin cagarse encima y… cupones de descuentos.
Y, así, un día, en nuestro lecho de muerte, rodeado de la gente que nos importó durante nuestra vida, y, a los que nosotros les importamos, dejamos que finalmente nada nos importe. Y entre las lágrimas de nuestros seres queridos, y el, cada vez, más pausado sonido del monitor de actividad cardíaca, nos desvanecemos para irnos a otro lugar… donde YA nada importa.
-------------
 Por cierto, tampoco me importa si me lees y no comentas ná de ná, a pesar de que lo haya escrito por y para ti. 
Tampoco necesito tu reconocimiento, me contento con tu anónimo tiempo dedicado a esta lectura. 
Hace tiempo que alcancé mi madurez y...
¡ QUÉ IMPORTA !


20180508


Una historia de película

 “Érase, una vez, un muchacho que amaba a una joven
Se inventaron miles de juegos
Él le prometió que nunca amaría a otra, en toda su vida… 
Sobrevivió a todo para mantener su promesa.”






Ahora vive con el recuerdo de la mujer que amó, para él, la mujer más amada en el mundo, Alma, su gran amor, su único amor  

¿Cuantas historias de AMOR reales pasan, 
sin que aparezcan, reflejadas, 
en libros o en películas? 
¿Cuantas historias de amor, anónimas, 
que el paso del tiempo se encarga de archivarlas 
en el olvido, suceden cada día?
¿Cuánto amor frustrado, 
por las circunstancias de cada vida?
¿Cuántos amores y cuantos amantes que viven, 
en la eterna distancia, sus historias de amor?
¿Cuántos amores que anidan en nidos diferentes?
¿Cuántos... ?

Estas anónimas historias de amor, ahogadas por esto o por aquello.
Estas anónimas historias de amor que viven su amor en perpetuo secreto.
Estas anónimas historias de amor, que pudiéndolo ser todo, solo fueron vividas en la mente de esos amantes, agotando sus vidas, hasta el final de sus días, con la angustia y el desamparo de lo que pudo ser y nunca fue.
De haber podido tocar el paraíso y, en cambio, tener que vivir sumido en un irremediable infierno mental, que solo hace llenar de angustia... cada minuto, de cada día, de su triste existencia.

Estas historias de amor forman *LA HISTORIA DEL AMOR* y da vida a esta película.



Quizá ya la hayas visto... quizá no.

Quizá no sepas que existe... quizá sí.

Para ti, que no sabes que existe, 
va dirigido este mensaje 
porque tal vez y sólo tal vez,
te apetezca verla y sentir, al verla,
la angustia del amor eterno que siente el personaje.


TRAILER DE LA PELICULA adaptación del best seller de Nicole Krauss:-  MPALACIOSH



20180503



 Una madre de 98 años 
se muda a una residencia 
para cuidar de su hijo de 80.
 
Nunca dejas de ser madre

Ser madre es una misión que dura toda la vida. No hay edad, no hay distancias, no existe casi nada que supere al amor  más puro que pueda sentir un ser humano. El de una madre por su hijo.


Te presento a Ada y a Tom Keating, los protagonista de una larga y verdadera historia de amor.
La de una madre y su hijo. Con 98 y 80 años respectivamente, ambos nos han emociondo profundamente. Tom nunca se había separado de su madre, no se llegó a casar y siempre vivió con ella.
Pero Tom llevaba ingresado desde el año pasado porque necesita cuidados especiales y eso le hizo tener que irse a vivir a una residencia. Ha sido ahora cuando su madre ha decidido acompañarle.
No para ser atendida, sino para cuidar de él.

“Todas las mañanas voy a su habitación a darle los buenos días y luego vuelvo a darle las buenas noches. Cuando me voy a la peluquería, está siempre pendiente de mi regreso y me recibe con un enorme abrazo”, contaba la entregada madre:.

 Nunca dejas de ser madre”.