20230414

 

SÉNECA

En el mes de abril del año 65 se suicidaba el filósofo cordobés Séneca, que vivió durante los gobiernos de Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de ser tutor y consejero del emperador Nerón.
Séneca destacó como intelectual y como político. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante los reinados de Claudio y Nerón, siendo uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados. Entre los años 54 y 62, durante los primeros años del reinado de su joven pupilo Nerón, Séneca gobernó de facto el Imperio romano junto con Sexto Afranio Burro. Esto le granjeó numerosos enemigos, que conforme Nerón fue creciendo, comenzó a desembarazarse de la benigna influencia de Séneca, de tal forma que, al mismo tiempo que el ejercicio del poder iba desgastando al filósofo, comenzaba a perder influencia sobre su pupilo Nerón. Aprovechando la pérdida de influencia y el desgaste de Séneca, sus enemigos llegaron a acusarlo de acostarse con Agripina (madre del emperador), con lo que dio origen a una campaña de desprestigio en la que el filósofo fue acusado de crímenes tan peregrinos como el de deplorar el tiránico régimen imperial, extravagancia en sus banquetes, hipocresía, usura, y, sobre todo, excesiva riqueza. De hecho, la riqueza de Séneca en este período alcanzó la categoría de proverbial, cuando el poeta Juvenal habla de los grandes jardines del inmensamente rico Séneca. Es probable que la inmensa riqueza del filósofo propiciara su caída frente a Nerón, el cual no toleraría que un particular pudiera hacerle sombra en ese aspecto.

Cuando,, en el año 62, Burro murió, la situación de Séneca en el poder se volvió insostenible, al haber perdido buena parte de su capital político y de sus apoyos. La campaña de desprestigio, además, le privó de la cercanía del emperador, el cual, rodeado de aduladores y arribistas como Tigelino, Vitelio o Petronio, pronto comenzaría a hablar de desembarazarse de su viejo tutor.
Así, ese mismo año 62 Séneca pidió a Nerón retirarse de la vida pública, y ofreció toda su fortuna al emperador. El retiro le fue concedido tácitamente. De esta manera, Séneca consiguió retirarse de la cada vez más peligrosa corte romana, y comenzó a pasar su tiempo viajando por el sur de Italia. Al mismo tiempo, comenzó a redactar una de sus obras más famosas, las Cartas a Lucilio, auténtico ejemplo de ensayo, en las que Séneca ofrece todo tipo de sabios consejos y reflexiones a Lucilio, un amigo íntimo.
Aun así, Séneca no consiguió desembarazarse del todo de la obsesiva perversión de su antiguo pupilo. Según Tácito, parece ser que en sus últimos años Séneca sufrió un intento de envenenamiento, frustrado gracias a la sencilla dieta que el filósofo había adoptado, previendo un ataque de este tipo. Sea como fuere, en el año 65 se le acusó de estar implicado en la famosa conjura de Pisón contra Nerón. Aunque no existieran pruebas firmes en su contra, la conjura de Pisón sirvió a Nerón como pretexto para purgar la sociedad romana de muchos patricios y caballeros que consideraba subversivos o peligrosos, y entre ellos se encontraba el propio Séneca. Así pues, Séneca fue, junto con muchos otros, condenado a muerte, víctima de la conjura fracasada.
Sobre la muerte de Séneca, el historiador Tácito cuenta que el tribuno Silvano fue encomendado para darle la noticia al filósofo, pero siendo aquel uno de los conjurados, y sintiendo una gran vergüenza por Séneca, le ordenó a otro tribuno que le llevara la notificación del César: de un patricio como Séneca se esperaba no que decidiera esperar a la ejecución, sino que se suicidara tras recibir la condena a muerte. Cuando Séneca recibió la misiva, ponderó con calma la situación y pidió permiso para redactar su testamento, lo cual le fue denegado, pues la ley romana preveía en esos casos que todos los bienes del conjurado pasaran al patrimonio imperial.
Sabiendo que Nerón actuaría con crueldad sobre él, decidió abrirse las venas en el mismo lugar, cortándose en brazos y piernas. Su esposa Paulina le imitó para evitar ser humillada por el emperador, pero los guardias y los sirvientes se lo impidieron, vendándole las heridas. Séneca, al ver que su muerte no llegaba, le pidió a su médico que le suministrase veneno griego (cicuta), el cual bebió pero no le hizo efecto. Pidió finalmente ser llevado a un baño caliente, donde el vapor terminó asfixiándolo, víctima del asma que padecía.
Al suicidio de Séneca lo siguieron, además, el de sus dos hermanos y el de su sobrino Lucano, sabedores de que pronto la crueldad de Nerón recaería también sobre ellos. Séneca fue incinerado sin ceremonia alguna, como así lo había prescrito en su testamento. Como escritor, Séneca pasó a la historia como uno de los máximos representantes del estoicismo. Su obra constituye la principal fuente escrita de filosofía estoica que se ha conservado hasta la actualidad. Abarca tanto obras de teatro como diálogos filosóficos, tratados de filosofía natural, consolaciones y cartas. Usando un estilo marcadamente retórico, accesible y alejado de tecnicismos, delineó las principales características del estoicismo tardío, del que junto con Epícteto y Marco Aurelio está considerado su máximo exponente.
La influencia de Séneca en generaciones posteriores fue inmensa. Fue citado por escritores y filósofos cristianos como Lactancio, San Agustín y San Jerónimo. Durante el Renacimiento fue admirado y venerado como un oráculo de edificación moral, incluso cristiana; un maestro de estilo literario y un modelo para las artes dramáticas.


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