20201122

 

Un beso
 
En la fuente de los deseos
se diluyen los sueños no cumplidos.
Nadie puede sospechar cuanto dolor trae consigo
la muerte de un sueño mil veces imaginado,
ni la tormenta de pena y amargura
que arrastra bajo sus pies el fracaso,
la frustración por no coronar el sueño
que acariciaste tantas veces entre tus manos.
En el infinito de la madrugada,
junto a la cabecera de tu cama,
la tenue luz de la lámpara de los sueños rotos
apenas ilumina las siluetas de los pensamientos
que se desvanecen en el cielo de tu dormitorio.
Nadie sabe de las horas de insomnio
que te esclavizan a los recuerdos de un feliz ayer,
donde brillabas como una estrella,
en un halo de resplandeciente luz,
hoy agotada,
como la tímida llama de una vela
que la decepción apaga.
Los sueños nacen dentro de ti
y mueren en el ocaso de un amor
que no entiende de mañanas,
que no sabe de futuros,
ni de ilusiones por compartir.
 

 

 

MARÍA 

María es una mujer menuda, que marchitada por la huella del tiempo, encorva su fatigado cuerpo por el peso de los años.
María ya no mira al futuro, está llena de nostalgias que entristecen sus ojos y se apoya en su triste sonrisa, como quien se sabe vencida por el yugo de los recuerdos.
Arrastra en su cuerpo todos los dolores de las batallas perdidas en la guerra de la vida.
Ya no canta a sus retoños las canciones de su lejana juventud, empapando como una fina lluvia de amor, derramando el cariño en sus hijos.
En sus pardos ojos conserva las imagenes de su huerfana niñez, la de su único amor, que escribió en ella su historia. Sus oídos adolecieron de los te quieros prometidos y no nombrados, pero en su inmensidad, ella amó por los dos, y amando... esparcía su ternura en los frutos de su vientre.
A María, se le iluminan los ojos cuando sonríe y en su timidez, calla las palabras que la sonrojan y no pronuncia, pero que contemplas en su mirar. Ama con la pausada sencillez de quien siempre fue al regazo de la vida en su largo caminar.
¡Cuánto amor rezuma desde su pequeña persona!
María es la madre que yo hubiera querido tener, si no hubiera tenido el orgullo y la suerte de ser: el mayor... de los hijos de María.
 

 Yo no aspiro al tiempo

Yo no aspiro al tiempo que duerme en la desidia,
ni me aferro en el abrazo que no he ganado.
No añoro las caricias que no he tenido
ni el roce de las ausentes manos.
No pretendo el carmín de los labios
que nunca me besaron
y si beso o carmin lo hubo...
no quedó en mi memoria guardado .
Lo que yo quiero es vivir en tu mirada
cuando en el eco del pensamiento se pierde
donde habitan los deseos más callados,
allí, donde viven mi torpeza... y tus ganas.
Lo que quiero es contemplarte
desde el lugar de tus entrañas
donde revolotean todas las ilusiones
que iluminan tu cara al pensarlas.


Juan José Pina

 

No todas las promesas se cumplen
 
Machacando tu oído de nuevo 
con mis locuras hechas palabras.

El tiempo se abraza a la vida
y la araña, la consume,
la quebranta silenciosamente.
Hay amores arrinconados
en un lejano pretérito,
donde las mariposas,
quebrando sus alas,
apagaron las luciernagas
que encendian tu cara.
Solo nos queda la ausencia
de los jovenes amantes
que un día fuímos,
suspiramos encarcelados
en la urna de cristal de un ayer
que perdura en la nostalgia del beso
que en tus amantes labios,
los míos sellaron
como una promesa de amor,
que al no cumplirla,
se nos muere en el olvido.

 

Juan José Pina

 

Quiérete
 
Nadie es indispensable en la vida de nadie, 
el tiempo lima asperezas y te da la sabiduría 
para seguir adelante...

Apareces desde el recuerdo.
Te contemplo a través de la ventana de mi conciencia,
dormida en el paso del tiempo,
donde cicatrizan mis heridas.
Ya no torturas mis pensamientos con tu recuerdo.
Ya no eres el huracán que me arrastraba
en un torbellino de pasiones,
que se enfrentaban haciendo dudar mi razón,
obligándome a aceptar con una sonrisa,
mil puñales que se me clavan
en lo mas profundo de mis sentimientos.
Ya puedo pronunciar tu nombre
sin temor a sentir agolparse la sangre sobre mis sienes,
encenderse mis mejillas
y sentir como en mi pecho,
galopan los latidos de un atormentado corazón.
Puedo tenerte frente a mí,
y ser capaz de dominar mis emociones,
las mismas que otrora me traicionaron,
restándome las fuerzas para defenderme
contra el arrollador influjo
que tu persona ejercía sobre este mísero soñador.
Que débil,
frágil e indefenso,
sucumbía a tus encantos,
sin voluntad para escapar
de las fauces devoradoras del amor,
cuando no es correspondido.
Ahora soy libre,
para escoger mi camino,
que quizás no sea el acertado,
pero será por mi única decisión
y si yerro,
pagaré por mi propia ineptitud,
solamente la mía.
Ya las cadenas se desvanecieron en el aire...
¡Tan fácil!
Ahora tengo la libertad para volver a amar
y equivocarme de nuevo.
 

 

 

 -  SER O APARENTAR  -

Todos nos parecemos un poco a lo que aparentamos, a lo que los demás piensan de nosotros, pero la verdad completa sólo se muestra en la intimidad de una noche cargada de soledad.
Un beso y una sonrisa.
La imagen que precede a cada uno de nosotros es nuestra seña de identidad, como la carta de presentación o un currículo, donde nada es lo que se muestra.
Nadie puede adivinar, ni sospechar siquiera, los pasos que me han traido hoy hasta ti, ni conoce los rostros que, en mi memoria, me recuerdan lo vano de las palabras, de las promesas, del sentimiento que sublime, mueren en el olvido.
En la cábala de mi vida conviven el que fui, el que soy y el que aparento ser, tan dispares entre sí...
Ignorados los labios que besé y por los que me dejé besar. Los ojos que me miraron y adoraron mi rostro, mientras destrozaba el jardin de sus mas íntimas ilusiones, dejando un recuerdo que, estéril, sucumbe en el olvido, donde se destierran los fracasos y errores para mitigar un dolor.
Nadie sabe de los rostros que amé, de las sonrisas que , llenando mi alma, me hicieron cómplice de su felicidad, donde el cielo estaba tan cercano, como distante hoy en el tiempo.
Los sueños se desvanecen en el despertar y me abandono al hastío, en la condena de no preservar aquello que me hizo feliz y corro a los brazos de la nada.
Nada tuve, nada tengo, en el juego de la vida estoy a mi par.
 

 

 

TU NOMBRE PROHIBIDO.
 
¿Quién no ha tenido un nombre durmiendo en el silencio?
Un beso.
Entre mis labios,
prisionero tengo tu nombre,
luchando por sonar.
Y yo, mordiendome la lengua,
a doble vuelta cierro las rejas,
negandole la libertad.
Aprieto mis puños,
peleando con mi conciencia,
que me niega la paz
y robando el aire de mi pecho,
me ahoga en un suspiro,
que no quiero soltar.
Muerdo mis labios
y apretando los dientes,
en mi boca muere un lamento
y cerrando los ojos,
callo la verdad de tu nombre,
la dueña de mi tormento.
Tu nombre,
que en mi secreto cautivo,
no cesa de repicar,
el que en mis labios muriendo...
y abrazandome el alma,
me arrebata la paz.
 

 

 

-  SIENTO COMO FLUYEN LAS PALABRAS  - 


Siento como fluyen las palabras
desde lo mas recóndito de mí,
desde el pecho sosegado
donde duermen los suspiros
que despiertan tu recuerdo.
Vuelves a mí al pensarte,
invocando al genio que guía la mano,
sosteniendo la pluma
que derrama las palabras,
acariciando la imagen
de la dueña de mis pensamientos.
La tuya.
El aire me trae tu aliento,
evocando los efímeros momentos
de batallas perdidas,
donde rendido de pasión
me entregué a tus besos
y tus caricias.
Vuelves en el recuerdo a mí.
Y no te tengo.
El silencio aprisiona tu voz
y retumba en mis oídos,
me hiere en los sentidos
como un incesante eco,
donde hasta el infinito
me repite tu nombre
una y otra vez.
Busco tu imagen en el espejo
que tantas veces te reflejó.
Y no la encuentro.
.Ya no me buscan tus grandes ojos,
el rojo carmín de tus labios
adormece en mi recuerdo junto a tu silueta,
que en el quicio se apoyaba.
¡Despiadada realidad
que no me mata con tu ausencia,
pero me condena a vivir sin ti!
Vivo dos distintas realidades,
mi verdad...
y tu añoranza.
En una,
vestido con la tristeza del no tenerte.
Con la certeza de saberte
irremediablemente perdida
y rumiando una
y otra vez mi sentencia.
En la otra,
cargado de soledad,
de presente herido
y ausencia,
repleto de nostalgia
y pasión,
donde suspirando desde el recuerdo
te traigo hasta mí.
¡Y tu habitas en las dos,
ajena a todo mi dolor!
Y yo,
sólo...
¡Sin ti!