¿QUÉ LE PASA AL CUERPO CUANDO DEJA DE FUMAR?
Reuniones, descansos, cafés con los compañeros,
comidas de trabajo, cenas de amigos... La vida diaria está constantemente
poniendo zancadillas al fumador para que se resista a dejarlo. Hay estudios que
demuestran que el 60% de los cigarros que se fuman se hace por motivos
sociales. Así que el fumador que quiera dejar de serlo debe estar preparado
para decir "no" a estas situaciones.
De todos es sabido que perjudica seriamente la
salud y las autoridades sanitarias se preparan ahora para acotar más
los espacios con humo y arrinconar al fumador. Tal vez si sabe que a los pocos minutos de haber dejado el mal hábito
su cuerpo ya empieza a notar los beneficios de los que disfruta cualquier
persona no fumadora, se aventuraría a dejarlo antes. El tabaco produce una
intoxicación en el organismo que invita a que aparezcan enfermedades
cardiovasculares, en la piel, en el aparato digestivo y unos cuantos cánceres,
con el de pulmón por bandera. Para los que crean que fumando menos el daño es
menor, están equivocados.
Un fumador siente la necesidad de fumar por los
valores estimulantes o sedativos que le produce inhalar tabaco, ya que la
nicotina estimula las glándulas suprarrenales que producen adrenalina en la
sangre. Cualquier persona que quiera dejar el tabaco debe planteárselo desde
diversos frentes: no sólo debe preocuparle la ansiedad que le provoca, sino que
debe afrontar la dependencia social y psicológica que le ata a unos cuantos
cigarrillos. Rodrigo Córdoba,
portavoz del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, recuerda que el
mono
físico puede vencerse antes de los dos meses. El psicológico es el más
problemático: “dura toda la vida”. Cualquier ex fumador no debe bajar
nunca la guardia. “Una sola calada
podría volver a engancharlo al hábito”. Hay que
descartar la idea de que "por uno que me fume no pasa nada". Ésta es
una de las principales tentaciones del ex fumador y el "motivo más
frecuente de recaídas", recuerda Córdoba.
Los daños que
puede provocar el tabaco en el cuerpo son “reversibles” si se abandona el
hábito antes de los 40. Pasada esa franja, “el cuerpo no se sigue
deteriorando, pero los daños son irreversibles”.
Nadie debe culpar al dejar de fumar como alguno de los problemas. Fumar no
arregla ningún problema, solamente los crea, y bastante serios. A continuación,
una guía detallada sobre cómo se ‘limpia’ automáticamente el cuerpo en cuanto
su dueño impone que el fumar ya es cosa del pasado.
20
minutos. Sorprendentemente, una vez que dejas de fumar el
organismo comienza a curarse en cuestión de minutos. La tensión arterial y el
pulso se normalizan a los pocos minutos.
24
horas. El monóxido de carbono ha desaparecido del
organismo y los pulmones empiezan a trabajar para eliminar las partículas
acumuladas. A estas alturas, ya se respira mejor.
48
horas. Las terminaciones nerviosas se ajustan a la
ausencia de nicotina y las habilidades y sensaciones del gusto y del olfato
empiezan a volver.
72
horas. El paso del aire que va hacia los pulmones se
facilita, ya que los conductos que lo llevan se relajan, haciendo que la
respiración se haga más fácil y que aumenten los niveles de energía.
De
2 a 12 semanas. La circulación y la tolerancia al ejercicio comienzan
a mejorar.
De
3 a 9 meses. La función pulmonar aumenta un 10% y la tos y la
dificultad para respirar comienzan a disminuir. Se está más en forma y más
fuerte.
1
año. El riesgo de enfermedad cardiaca desciende a la
mitad del de un fumador. Eso significa que has reducido a la mitad las
posibilidades de sufrir un ataque al corazón.
10
años. El riesgo de cáncer de pulmón disminuye a menos de
la mitad de aquellos que continúan fumando y disminuye la incidencia de otros
cánceres (de boca, de garganta, de esófago, de vejiga, de riñón y de páncreas).
15
años. El riesgo de ataque al corazón es igual al de una
persona que nunca ha fumado.
MPALACIOSH

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