SEXO:
Una historia evolutiva
Al principio de la vida la reproducción fue únicamente asexual: una bacteria simplemente duplicaban su materia genético, dando lugar a
dos células clónicas que podían repetir el proceso indefinidamente en
una perpetuación prácticamente inmortal. Pero de pronto, hace unos
1.000 millones de años algunos organismos empezaron a reproducirse de
una manera extraña y complicada: mediante el sexo. Y desde el punto de
vista evolutivo este proceso presenta varias desventajas a la hora de la
perpetuación de los genes respecto a la simple y eficaz reproducción
asexual.
El primero es el costo de la meiosis:
la mitad de los genes de un individuo parental se pierden al engendrar
cada nuevo hijo, de tal manera que si un padre/madre quiere asegurarse
que todos sus genes vayan a pasar a la siguiente generación, por mero
azar necesita criar muchos más de dos hijos, en el caso que
nos ocupa además hay que tener en cuenta el número de cromosomas de
cada especie, por lo que en la práctica en organismos superiores es
prácticamente imposible que un individuo pueda transmitir todos sus
cromosomas, y por tanto todos sus genes a la siguiente generación.
La
segunda es el costo evolutivo de producir machos: en la mayoría de las
especies sexuales, los machos (que suelen ser alrededor de la mitad de la
población) tienen una muy baja o casi nula contribución en la
supervivencia de la progenie, por lo que la reproducción sexual puede
ser altamente ineficiente ya que en la práctica un macho puede fecundar a
multitud de hembras.
Y tercera desventaja: el sexo implica una búsqueda
de pareja, generalmente un cortejo y un posterior apareamiento, y todo
ello supone en términos evolutivos una gran inversión en tiempo y en
esfuerzo, recursos que de otra manera podrían haber sido
utilizados por el organismo para cubrir mejor sus necesidades básicas:
buscar comida o agua o evitar depredadores. Es por ello que a cambio el
sexo suele ser tan placentero e intenso (aunque muchas veces sea por un
brevísimo lapso de tiempo), porque sólo hay que imaginar a ese pavo real
desplegando esa vistosa cola, esas tan poco prácticas por enormes
cornamentas o esos cantos o llamadas de cortejo tan llamativos que despliegan los machos de multitud de especies,
fenómenos que en todos los casos parecen estar diciendo: depredadores
estoy aquí distraído con el sexo y por tanto disponible para poder
convertirme en vuestra próxima cena.
Entonces, la pregunta que lleva
intrigando a investigadores de las más diversas ramas durante mucho
tiempo es porque si miles y miles de especies son asexuadas ¿por qué, sin embargo,
otras miles de especies se reproducen a través de ese ineficiente y
costoso invento evolutivo llamado sexo?
http://lacienciaysusdemonios.com
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