20150922

DESDE MI ATALAYA

Esta tarde del mes de Julio, me encuentro aquí, en mi veraniega atalaya. 
Desde donde donde puedo observar el mundo bajo mí. Sobre mí, sólo, el cielo y ese águila que no deja de planear, aprovechando esta brisa que se desliza suavemente, que, a ella, al águila, le proporciona sustentación y, a mí, me proporciona frescor.

Aquí me hallo, lejos de mi ciudad natal, huyendo de su sofocante calor, calor del que no puedo estar mucho tiempo alejado.

Ahora, mirando, veo, a lo lejos, al fondo, el mar Mediterráneo, a cuya orilla se asienta plácidamente el pueblo de Nerja, que más que un pueblecito de Málaga, parce una ciudad de Alemanía, a juzgar por sus habitantes. A mi izquierda, montañas y, en su falda, descansa sereno, el pueblo de Frigiliana, desde donde se inicia el Parque Natural de la Axarquía. 
A mi derecha, más montañas y el pueblo de Torrox, que dicen que tiene el mejor clima de Europa y, de hecho, he comprobado que es cierto. Y bajo mis pies ese valle diseminado de casitas blancas, cual pinceladas de un cuadro de Van Gogh.

Y, de noche, de noche es como estar volando, posar la vista sobre ese paisaje plagado de sombras, salpicado de pequeñas y chispeantes luces, es eso, como tener la agradable sensación de volar sobre este maravilloso valle.

Ahora que mi mente puede vagar libremente, es cuando más libre me siento.

Me siento un ser afortunado y debo dar gracías a los dioses por tratarme con respeto, por dejarme conseguir y alcanzar lo que he deseado y por lo que he luchado.



No necesito mucho, la verdad, siempre he valorado lo que he tenido y me he conformado con saber vivir, por encima de todo... vivir.

Ahora, aquí en mi atalaya, desde el fondo de mi mente, siendo necesidad de escribir, sobre el placer de ser feliz y transmitir mi felicidad.

MPALACIOSH





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