20230731

 

EL ÚLTIMO VERANO

No recuerdo cuándo fue el último verano.
No hablo del verano pasado sino del último verano.
El último verano de ver copular a las mariposas.
El último verano de ponerse por primera vez las sandalias del último verano.
El último verano de chillar de gozo al descubrir abierta la heladería que sólo abría los veranos. No lo recuerdo.

No recuerdo cómo fue el último verano en que nos zambullimos, por primera vez, en la piscina del último verano.
El último verano en que corrimos hacia el agua clorada del último verano.
El último verano en que advertí el aroma de los tilos del último verano.
No recuerdo cuándo comí los últimos higos, ni cuándo caminé descalzo por las baldosas mojadas del patio del último verano, ni cuál fue el último verano en que me sorprendió el dolor de los hombros quemados por el sol del último verano.

No recuerdo el mar del último verano.
No recuerdo los vestidos del último verano.
No recuerdo ni la sal, ni el sudor del último verano.

Sé que hubo un último verano y sé que estuve ahí, cuando todos llevábamos las rodillas raspadas y los vestidos cortos y los pantalones rotos y el pelo sucio y los dientes blancos y sé que fue el último verano de aprender las primeras cosas, de respirar por última vez el susurro transparente de las uvas, de ser, por última, vez un puñado de héroes que desconocían la derrota.

Después fue el tiempo de guardar las bicicletas, de no volver a contemplar estrellas, de cuidarse del rocío y de la lluvia, de temer a la intemperie, de ver morir.

Hay unos versos de Ezra Pound que dicen:

“Y los días no están
lo suficientemente llenos
Y las noches no están
lo suficientemente llenas
Y la vida pasa como
un ratón de campo
Sin agitar la hierba”.


Son versos que hablan de la vida adulta.
En este mundo, sin antídoto para el mal del tiempo, los recuerdos que no tengo del último verano, me traen un rescoldo del aroma del agua, el pudor de una brasa donde todavía fulgura la cuenca dorada de toda aquella miel.

LEILA GUERREIRO 🇦🇷 (1967)
Escritora y periodista.


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20230722

 

Autor Xiu

"Los españoles trajeron escuelas", dicen los que poco leen,
"trajeron la civilización" dicen los que poco saben...
Cómo si en México no hubiesen existido ni lo uno ni lo otro,
como si aquellos hombres y mujeres
hubiesen estado sentados esperando quién los descubriera.

¿Y si no había escuelas como es que los mayas diseñaron los calendarios más exactos de la historia de la humanidad?¿Cómo es que los mexicas construyeron sobre un lago la ciudad más grande del planeta?
Seguramente algunos maestros prepararon astrónomos e ingenieros para fundar civilizaciones prodigiosas, de las que hoy sabemos muy poco, porque los "civilizados" que venían en barco atravesando el mar se encargaron de quemarlo todo, de quitarnos hasta el idioma.
Nos enseñaron a sentir vergüenza, a poner la otra mejilla, nos enseñaron que somos los hijos de los incivilizados, los salvajes que necesitan ser salvados.
No necesitamos salvación, ni un credo de dioses blancos en el cielo, necesitamos recuperar el orgullo, por lo que fuimos y hemos olvidado, necesitamos despertar de este largo sueño de 500 años...



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 Poesía Purépecha "MEXICA TEAHUI"

Mi abuela me decía:

"En la vida ni se gana ni se pierde,
ni se fracasa,
ni se triunfa.

En la vida se aprende,
se crece,
se descubre,
se escribe,
se borra.

Y se reescribe otra vez,
se hila,
se deshila y
se vuelve a hilar.

El día que comprendí
que lo único que me voy a llevar
es lo que vivo,
empecé a vivir lo que me quiero llevar".


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 "EL EXTERMINIO SILENCIADO"

Mucho se habla de la Conquista de España en Hispanoamérica, pero, como aquí estamos para hablar sobre lo que nadie o casi nadie habla, hoy trataremos el tema del exterminio de los pueblos americanos por parte de la cultura anglosajona.
En Estados Unidos no se habla de genocidio cuando se trata de la cuestión india, pero tal concepto resuena ante la evidencia, los nativos norteamericanos fueron sistemáticamente sometidos, recluidos y/o masacrados.

Cuatro efigies colosales talladas en una gigantesca mole de granito en el monte Rushmore. Uno de los monumentos más visitados de los Estados Unidos, donde miles de estadounidenses rinden tributo y homenaje cada año a la memoria de los arquitectos de la democracia más longeva del mundo.
Tallados en 1941, los rostros de los cuatro hombres clave de los primeros 150 años de historia de los Estados Unidos divisan en el horizonte los límites de la reserva india de Pine Ridge, habitada por sioux de la tribu oglala, descendientes de Nube Roja y de la primera generación de desplazados, que en la década de los 70 del siglo XIX claudicó a la presión del gobierno estadounidense abandonando sus tierras ancestrales.
Pero los oglala de Nube Roja no sólo se vieron empujados a una migración indeseable, privados de su tierra y de su dignidad, como pueblo.

También tuvieron que asistir, estupefactos, al sacrilegio perpetrado, por los insaciables buscadores de oro en las Black Hills, tierra sagrada para los sioux, los cheyennes y demás tribus nativas del noroeste. Los colosos del monte Rushmore se yerguen, en efecto, majestuosos en una pared de estas colinas donde late el corazón, roto en mil pedazos, de su cultura, de su trágica historia y de su magullado legado espiritual. Enésima afrenta del gobierno estadounidense a las tribus nativas americanas.

Pero más allá de esta afrenta, los problemas de Pine Ridge, como los de las otras reservas, son los altos índices de pobreza, tasas de desempleo que oscilan entre el 80 y 90 %, violencia endémica, alcoholismo generalizado, cifras de suicidios que doblan la media nacional del país, agua de pésima calidad, mala atención sanitaria, ESE ES EL LEGADO QUE LE HAN DEJADO ESTOS MAL NACIDOS.

Nota de este bloguero:
Así se creó ese "gran" país, emigrantes ingleses e irlandeses, lo peorcito de cada casa, la escoria de la escoria de esos paises, emprendieron viaje hacía América del Norte.
Primero masacraron a los indígenas que allí habitaban, después raptaron a personas africanas para hacerlas trabajar, en sus plantaciones, como mano de obra esclava... hasta la muerte. Y, de este modo se fueron desarrollando.
Que se puede esperar de un país, con esas personas y que se desarrolló de ese modo. Pues que sean lo que son... UNOS PERFECTOS H. DE PUTA.



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20230720

 

EL MARAVILLOSO PODER DE LAS PALABRAS.
El Maestro Víctor Manuel Cruz Castañón es el autor de este cuento adaptado llamado "Leticia, piojos y cuentos".
Leticia fue mi alumna en la escuela 'Justo Sierra", en plena Sierra. Tenía 11 años de edad. Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida. Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar. Once años batallando con los bichos de día y de noche. Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo. Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos. Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela. Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.

A la hora del trabajo en equipo nadie la quería. No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció. Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas. A mí sólo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.

En ese tiempo me preguntaba: ¿de qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?; ¿serviría de algo alimentarlos con fantasías? Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde. Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana. Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado. Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar. Esta vez hubo recomendaciones y regaños.

En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren¬ ser cuando sean grandes? Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados. Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo: “¡Yo quiero ser doctora!" y una carcajada insolente se escuchó en el salón. Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar. La vida siguió su curso. Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base. Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas. Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado. Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.

-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , Usted fue mi maestro! –me dijo-
sorprendida y sonriente. El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
-Ése mero soy yo.
- ¿No me recuerda, maestro? -preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús ... Y a mi con mil preguntas. Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral ... búsqueme en la clínica tal... y se fue …

Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré. No la conocían ni la enfermera ni el conserje. ¡Era demasiada belleza para ser verdad! "Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba. Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella. Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
-La doctora Leticia trabajaba aquí -me contó-. Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
-Ésa es la persona que yo busco -casi grité.
- Pero ya no está con nosotros-dijo la directora.
-¿Se murió? -pregunté ansioso.
-No. La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó ... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar. Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?

Ya no quiero ser el maestro de Leticiacia: Ahora quiero aprender. Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir cuál fue la varita mágica que la convirtió en la Princesa del Cuento.
Tomado de la red.


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EL REGALO
Un muchacho pobre, de alrededor de doce años de edad, vestido y calzado de forma humilde, entró en una tienda, eligió un jabón común y le pidió al propietario que se lo envolviera para regalo.
"Es para mi madre", dijo con orgullo.
El dueño de la tienda se conmovió ante la sencillez de aquel regalo.
Miró con piedad a su joven cliente y, sintiendo una gran compasión, tuvo ganas de ayudarlo.
Pensó que podría envolver, junto con el jabón tan sencillo, algún artículo más significativo. Sin embargo, estaba indeciso: miraba al muchacho, miraba los artículos que tenía en su tienda, pero no se decidía. ¿Debía hacerlo o no?.
El corazón decía que sí, pero la mente le decía no.

El muchacho, notando la indecisión del hombre, pensó que estuviera dudando de su capacidad de pagar. Llevó la mano al bolsillo, retiró las moneditas que tenía y las puso en el mostrador.
Continuaba el conflicto mental. ya había concluido que, si el muchacho pudiera, le compraría algo mucho mejor a su madre.
Recordó a su propia madre.
Había sido pobre y muchas veces, en su infancia y adolescencia, también había deseado regalarle algo a su madre. Cuando consiguió empleo, ella ya había partido para el mundo espiritual.
El muchacho, con aquel gesto, estaba tocando lo más profundo de sus sentimientos.
Del otro lado del mostrador, el chico empezó a ponerse ansioso.
En el campo de la emoción, dos sentimientos se entrecruzaban: la compasión del hombre, la desconfianza por parte del muchacho.
Impaciente, le preguntó: "¿señor, falta algo?" - "No", contestó el propietario de la tienda. "Es que de repente recordé a mi madre.
Ella se murió cuando yo todavía era muy joven. Siempre quise darle un regalo, pero, desempleado, nunca logré comprar nada."
Con la espontaneidad de sus doce años, el muchacho le preguntó: -
"¿Ni un jabón?"
El hombre se calló.
Envolvió el sencillo jabón con el mejor papel que tenía en la tienda, le puso una hermosa cinta de colores y se despidió del cliente sin hacer ningún comentario más.
A solas, se puso a pensar. ¿Cómo nunca se le había ocurrido darle algo pequeño y sencillo a su madre? Siempre había pensado que un regalo tenía que ser algo significativo, tanto que, minutos antes, sintiera piedad de la humilde compra y había pensado en mejorar el regalo adquirido.
Conmovido, entendió que ese día había recibido una gran lección.
Junto al jabón del muchachito, lo acompañaba algo mucho más importante y grandioso, el mejor de todos los obsequios: SU AMOR.

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P.D. Este relato, me hace recordar que, este bloguero, en su adolescencia, los días de La Madre, se iba, temprano, al campo, cerca del río y hacía un ramo de flores, con margaritas, amapolas y todas las flores bonitas que allí veía, para Ella.
Después de leer esta bonita historia, puedo entender, mejor, el valor de esos modestos regalos... porque iban cariñosamente envueltos... de AMOR.


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20230717

 

QUE LA VIDA ME PERDONE LAS VECES QUE NO LA VIVÍ
Un día nos cansamos de mirarnos en el espejo
y ya no vemos a aquel joven que algún día fuimos.
Por fin aceptamos que no hemos vivido más de lo que nos queda.

Y que bello hubiera sido...
Haberla sentido y vivido...
Haber dado tanto amor, como haberlo recibido...
Aprender de la paciencia...
Y adquirir mas experiencia.

Que importa si ganó la gravedad,
que perdimos la guerra contra las arrugas..
Que nos cansamos de ocultar la barriga..
De sacar el pecho...
Que importa si la belleza ya sale del alma...
Estamos perdiendo la guerra contra el tiempo,
nuestra juventud se nos escapa del cuerpo....
Ya no hay cremas, ni pomadas, que borren las marcas de tantas risas.
Que borren esas ojeras.
Pero, sobre todo, ya no hay pomadas para borrar las penas, llantos y tristezas.
Aún nos queda mucho amor por vivir.
Démosle gracias a la vida y perdón por las veces que no la vivimos.


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20230714

 

LA ANCIANA

Cuentan que, un taxista de Nueva York, llegó a la dirección desde la que habían solicitado sus servicios y tocó el claxon.
Después de esperar unos minutos volvió a tocar el claxon.
Como esa iba a ser la última carrera de su turno, pensó en marcharse, pero en su lugar, estacionó el automóvil y caminó hacia la puerta y llamó...

"Un minuto", respondió una frágil voz de anciana.
El taxista oyó algo que se arrastraba a través de la puerta.
Después de una larga pausa, la puerta se abrió.
Una pequeña mujer de unos 90 años estaba de pie ante el taxista.

Llevaba un vestido estampado y un sombrero con un pequeño velo, como alguien sacado de las películas de los años 40.
A su lado había una pequeña maleta de nylon.
El apartamento parecía que no había sido habitado durante años.

Los muebles estaban cubiertos con sábanas.
No había relojes en las paredes, ningún chisme ni utensilio en los mostradores.
En el rincón había una caja de cartón llena de fotos y cristalería.
"¿Sería tan amable de llevarme la maleta al coche?", dijo.

El taxista llevó la maleta al taxi y regresó para ayudar a la anciana.
Ella se agarró a su brazo y lentamente caminaron hacia la acera.
La anciana no paraba de agradecer la amabilidad del taxista.

"No es nada", le dijo, "Solo intento tratar a mis clientes del modo en que me gustaría que trataran a mi madre".
"Oh, usted es un buen muchacho", dijo ella.
Cuando se metieron en el taxi, ella le dio una dirección y entonces le preguntó al taxista:
"¿Le importaría llevarme por el centro?"
"No es el camino más corto", respondió rápidamente el taxista.
"Oh, no me importa", dijo ella, "No tengo ninguna prisa. Voy de camino a un hospicio".

El taxista miró por el retrovisor.
Los ojos de la anciana brillaban.
"No me queda familia ninguna", prosiguió con una suave voz. "El médico dice que no me queda mucho tiempo."

El taxista extendió el brazo lentamente y paró el taxímetro.
"¿Qué ruta quiere que tome?", preguntó.
Durante las siguientes dos horas, dieron vueltas por la ciudad. Ella le enseñó al taxista el edificio donde años atrás había trabajado de ascensorista.

Pasaron por el barrio donde ella y su esposo había vivido de recién casados.
La anciana le hizo parar frente a un almacén de muebles que una vez había sido un salón de baile en el que ella había bailado de niña.

Algunas veces, la anciana le pedía que aminorara la marcha enfrente de algún edificio o esquina en concreto y se sentaba mirando fijamente en la oscuridad sin decir nada.
Cuando el primer esbozo de los rayos de sol aparecían por el horizonte, ella dijo de repente:
"Estoy cansada. Vámonos ya".

El taxista condujo en silencio hacia la dirección que ella le había dado.
Era una edificio bajo, como un pequeño sanatorio, con una camino de entrada que pasaba por debajo de un pórtico.

Dos camilleros salieron tan pronto como pararon.
Eran solícitos y resueltos, observando cada movimiento de ella.
Debían de haber estado esperándola...
El taxista abrió el maletero y llevó la maletita hasta la puerta.
La mujer ya estaba sentada en una silla de ruedas.

"¿Qué le debo?", preguntó buscando en el monedero.
"Nada", dijo el taxista.
"Por favor, tiene que ganarse la vida", respondió ella.
"Hay más clientes", respondió el taxista.

Casi sin pensar, el taxista se inclinó y le dio un abrazo.
Ella se abrazó a el fuertemente.
"Usted ha dado a una vieja un pequeño momento de alegría", dijo ella. "Gracias".
El taxista caminó hacia la tenue luz de la mañana...
Detrás de él se cerró una puerta.

Fue el sonido del cierre de una vida.
El taxista no recogió ningún cliente más en aquel turno.
Condujo sin dirección alguna sumido en sus pensamientos. Durante el resto de aquel día, apenas pudo hablar.

¿Qué hubiera ocurrido si a aquella señora le hubiese tocado un taxista furioso o impaciente por terminar el turno?
¿Qué hubiera ocurrido si él se hubiera negado a hacer la carrera o si solo hubiese tocado el claxon una vez y se hubiera marchado?
Entonces pensó que no había hecho nada más importante que aquello en su vida.



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Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas
giran alrededor de grandes momentos.
Pero, los grandes momentos, muchas veces,
nos cogen desprevenidos y por sorpresa,
envueltos, maravillosamente, en lo que otras personas
considerarían un momento sin importancia.

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MMONROE  -

𝐒𝐞 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 que Marilyn le dijo a Einstein, con una franqueza encantadora: “tú y yo podríamos tener un hijo: Saldría con mi belleza y tu inteligencia”. A lo que el padre de la relatividad y de la bomba atómica respondió: “A lo mejor sale con mi belleza y con tu inteligencia”. Aún no se sabía (las pruebas se hicieron más tarde), que el coeficiente intelectual de Marilyn Monroe era de 165, cinco puntos por encima del “mayor genio de todos los tiempos”.

Marilyn Monroe (Norma Jeane Baker, 1926-1962) era una gran lectora. Tenía en su casa una biblioteca con cerca de mil libros. Se pasaba muchas horas leyendo obras de literatura, poesía, teatro, filosofía, ya que su espíritu, además de muchísimas ganas de vivir, tenía insaciable curiosidad y hambre de conocimiento.

Algunas de las maravillosas citas de esta gran mujer son:
1. Una de las mejores cosas que me han pasado es que soy mujer. Esa es la manera que todas las mujeres debieran de sentirse.
2. La gente comenzó a decir que era lesbiana. Sonreí. No hay sexo incorrecto si hay amor en él.
3. Los perros no muerden. Sólo los seres humanos.
4. No me siento como la primavera. Me siento como un otoño caliente de color rojo.
5. Ríe cuando estés triste. Llorar es demasiado fácil.
6. Quiero envejecer sin estiramientos faciales. Quiero tener el valor de ser fiel a la cara que he hecho.
7. Nadie dijo que yo era bonita cuando era niña. A todos los niños se les debería decir que son guapos, aunque no lo sean.
8. Un símbolo sexual se convierte en una cosa. Odio ser una cosa.
9. Ser un símbolo sexual es una carga pesada de llevar, sobretodo cuando una está cansada, herida y desconcertada.
10. Es mejor estar sola que infeliz con alguien.
11. La imperfección es belleza, la locura es genialidad. Es mejor hacer el ridículo que ser aburrido.
12. Las decepciones te hacen abrir los ojos y cerrar el corazón.
13. Soy una chica pequeña en un mundo grande tratando de encontrar a alguien a quien amar.
14. El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza.
15. Nunca he dejado a nadie en quien haya creído.
16. Nunca he engañado a nadie. A veces he dejado que los hombres se engañen a sí mismos.
17. Si hubiera seguido todas las reglas, nunca habría llegado a ninguna parte.
18. Es más fácil amar a un hombre que vivir con él.
19. Mantén la cabeza arriba, la barbilla alta, mantén tu sonrisa, porque la vida es una cosa hermosa y hay mucho por lo cual sonreír.

Recuerden no ser prejuiciosos,
las personas valen por lo que son,
no por lo que les inventan.

Spanish Revolution

......

20230710

 

- EL AMOR DE MI VIDA -



 

"𝖫𝖠 Ú𝖫𝖳𝖨𝖬𝖠 𝖢𝖤𝖭𝖠 𝖣𝖤 𝖬𝖨𝖳𝖱𝖠 𝖣𝖤 𝖯𝖤𝖱𝖲𝖨𝖠"

𝖫𝖺𝗌 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺𝗌 𝖺𝗍𝗋𝗂𝖻𝗎í𝖽𝖺𝗌 𝖺 𝖢𝗋𝗂𝗌𝗍𝗈 (𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝖼𝗋𝗂𝗌𝗍𝗂𝖺𝗇𝗂𝗌𝗆𝗈) 𝗒 𝖺 𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝗆𝗂𝗍𝗋𝖺í𝗌𝗆𝗈 𝗇𝗈 𝗌𝗈𝗅𝖺𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝗌𝗈𝗇 𝗌𝗂𝗆𝗂𝗅𝖺𝗋𝖾𝗌 , 𝗌𝗂𝗇𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝖾 𝖺𝗌𝖾𝗆𝖾𝗃𝖺𝗇 𝗂𝖽é𝗇𝗍𝗂𝖼𝖺𝗌. 𝖫𝖺𝗌 𝖺𝖽𝖺𝗉𝗍𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝗒 𝖼𝖺𝗆𝖻𝗂𝗈𝗌 𝗁𝖺𝗇 𝗈𝖼𝗎𝗋𝗋𝗂𝖽𝗈 𝗌𝗂𝖾𝗆𝗉𝗋𝖾 𝖺 𝗅𝗈 𝗅𝖺𝗋𝗀𝗈 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺 𝖾𝗇 𝖽𝗂𝖿𝖾𝗋𝖾𝗇𝗍𝖾𝗌 é𝗉𝗈𝖼𝖺𝗌 𝗒 𝗌𝗈𝖼𝗂𝖾𝖽𝖺𝖽𝖾𝗌.

𝖫𝖺 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺 𝖻á𝗌𝗂𝖼𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝖺𝗆𝖻𝗈𝗌 𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺𝗋𝗍𝖾𝗇 𝗒 𝖺𝗅𝖻𝖾𝗋𝗀𝖺𝗇 𝖾𝗅 𝗆𝗂𝗌𝗆𝗈 𝗌𝗂𝗆𝖻𝗈𝗅𝗂𝗌𝗆𝗈. "𝖭𝖺𝖼𝗂𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈 𝖽𝖾 𝖩𝖾𝗌ú𝗌 𝗒 𝖭𝖺𝖼𝗂𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈 𝖽𝖾 𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺. 👉 "𝖩𝖾𝗌ú𝗌 𝗇𝖺𝖼𝗂ó 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝖵𝗂𝗋𝗀𝖾𝗇 𝖬𝖺𝗋í𝖺. 👉 "𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺 𝗇𝖺𝖼𝗂ó 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝗏𝗂𝗋𝗀𝖾𝗇 𝖬𝗂𝗋𝗋𝖺." 𝖤𝗇 𝖺𝗆𝖻𝖺𝗌 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺𝗌 , 𝗍𝗋𝖾𝗌 𝗁𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾𝗌 𝗌𝖺𝖻𝗂𝗈𝗌 𝗅𝗅𝖾𝗏𝖺𝗋𝗈𝗇 𝗈𝗋𝗈, 𝗂𝗇𝖼𝗂𝖾𝗇𝗌𝗈 𝗒 𝖬𝗂𝗋𝗋𝖺 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝗈𝖻𝗌𝖾𝗊𝗎𝗂𝗈𝗌.

𝖤𝗅 𝗆𝗂𝗍𝗋𝖺í𝗌𝗆𝗈 𝗂𝗇𝖽𝗂𝖼𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗅 𝗈𝗋𝗈 𝖾𝗌 𝗌í𝗆𝖻𝗈𝗅𝗈 𝖽𝖾𝗅 𝖲𝗈𝗅 (𝖾𝗅 𝗌í𝗆𝖻𝗈𝗅𝗈 𝖽𝖾𝗅 𝖽𝗂𝗈𝗌 𝗉𝖺𝖽𝗋𝖾 𝖽𝖾 𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺), 𝖾𝗅 𝗂𝗇𝖼𝗂𝖾𝗇𝗌𝗈 𝖾𝗌 𝗌í𝗆𝖻𝗈𝗅𝗈 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝖼𝗋𝖾𝖺𝖼𝗂ó𝗇 𝖽𝖾𝗅 𝗁𝗈𝗆𝖻𝗋𝖾 ,𝗒 𝗅𝖺 𝗆𝗂𝗋𝗋𝖺 𝗌𝗂𝗆𝖻𝗈𝗅𝗂𝗓𝖺 𝗅𝖺 "𝖬𝖺𝖽𝗋𝖾 𝖽𝖾𝗅 𝖽𝗂𝗈𝗌 𝖾𝗇 𝗅𝗈𝗌 𝖼𝗂𝖾𝗅𝗈𝗌", 𝖽𝖾𝗇𝗈𝗆𝗂𝗇𝖺𝖼𝗂ó𝗇 𝖽𝖾 𝗅𝖺 𝗆𝖺𝖽𝗋𝖾 𝖽𝖾 𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺.

𝖳𝗋𝖾𝗌 𝗌𝖺𝖼𝖾𝗋𝖽𝗈𝗍𝖾𝗌 𝗆𝖺𝗓𝖽𝖾í𝗌𝗍𝖺𝗌 𝖾𝗆𝗉𝗋𝖾𝗇𝖽𝗂𝖾𝗋𝗈𝗇 𝗎𝗇 𝗏𝗂𝖺𝗃𝖾 𝖼𝗈𝗇 𝗈𝗋𝗈, 𝗂𝗇𝖼𝗂𝖾𝗇𝗌𝗈 𝗒 𝗆𝗂𝗋𝗋𝖺 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝗈𝖻𝗌𝖾𝗊𝗎𝗂𝗈𝗌 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝖺𝖽𝗈𝗋𝖺𝗋𝗅𝗈, 𝗃𝗎𝗌𝗍𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝗅𝗈𝗌 𝗍𝗋𝖾𝗌 𝗆𝖺𝗀𝗈𝗌 𝖽𝖾𝗅 𝗈𝗋𝗂𝖾𝗇𝗍𝖾 (𝖺𝗌𝗍𝗋ó𝗅𝗈𝗀𝗈𝗌) 𝗅𝗅𝖾𝗏𝖺𝗋𝗈𝗇 𝗈𝗋𝗈, 𝗂𝗇𝖼𝗂𝖾𝗇𝗌𝗈 𝗒 𝗆𝗂𝗋𝗋𝖺 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝖺𝖽𝗈𝗋𝖺𝗋 𝖺 𝖩𝖾𝗌ú𝗌. 𝖫𝖺 ú𝗅𝗍𝗂𝗆𝖺 𝖼𝖾𝗇𝖺 𝖾𝗇 𝗅𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝗎𝗇 𝖽𝗂𝗈𝗌 𝗌𝗈𝗅𝖺𝗋 𝗌𝖾 𝗋𝖾𝗎𝗇𝖾 𝖼𝗈𝗇 𝖽𝗈𝖼𝖾 𝖽𝗂𝗌𝖼í𝗉𝗎𝗅𝗈𝗌, 𝗂𝖽é𝗇𝗍𝗂𝖼𝖺 𝖺 𝗅𝖺 ú𝗅𝗍𝗂𝗆𝖺 𝖼𝖾𝗇𝖺 𝖽𝖾 𝖩𝖾𝗌ú𝗌 𝗒 𝗌𝗎𝗌 𝖽𝗂𝗌𝖼í𝗉𝗎𝗅𝗈𝗌, 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝖽𝗂𝖿𝖾𝗋𝖾𝗇𝖼𝗂𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗅 𝗆𝗂𝗍𝗋𝖺í𝗌𝗆𝗈 𝗅𝗈 𝗁𝗂𝗓𝗈 𝗌𝗂𝗀𝗅𝗈𝗌 𝖺𝗍𝗋𝖺𝗌 y no se practicaba en todo el mundo.

𝖫𝗈𝗌 𝖼𝗋𝗂𝗌𝗍𝗂𝖺𝗇𝗈𝗌 𝗍𝗈𝗆𝖺𝗇 𝗉𝖺𝗇 𝗒 𝗏𝗂𝗇𝗈 𝖾𝗇 𝗎𝗇𝖺 𝗆𝗂𝗌𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝗂𝗆𝗇𝖻𝗈𝗅𝗂𝗓𝖺 𝖾𝗅 𝖼𝗎𝖾𝗋𝗉𝗈 𝗒 𝗌𝖺𝗇𝗀𝗋𝖾 𝖽𝖾 𝖢𝗋𝗂𝗌𝗍𝗈. 𝖫𝗈𝗌 𝗆𝗂𝗍𝗋𝖺í𝗌𝗍𝖺𝗌 𝖼𝖾𝗅𝖾𝖻𝗋𝖺𝖻𝖺𝗇 𝗎𝗇𝖺 "𝖬𝖸𝖠𝖹𝖣𝖠" 𝖽𝗈𝗇𝖽𝖾 𝗍𝗈𝗆𝖺𝖻𝖺𝗇 𝗉𝖺𝗇 𝗒 𝗏𝗂𝗇𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝗌í𝗆𝖻𝗈𝗅𝗈 𝖽𝖾𝗅 𝖼𝗎𝖾𝗋𝗉𝗈 𝗒 𝗅𝖺 𝗌𝖺𝗇𝗀𝗋𝖾 𝖽𝖾 𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺. 𝖩𝖾𝗌ú𝗌 𝖾𝗌 𝗂𝖽𝖾𝗇𝗍𝗂𝖿𝗂𝖼𝖺𝖽𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝖾𝗅 𝖼𝗈𝗋𝖽𝖾𝗋𝗈 𝖽𝖾 𝖣𝗂𝗈𝗌 𝗒 𝖫𝖾ó𝗇. 𝖬𝗂𝗍𝗋𝖺 𝖾𝗋𝖺 𝗂𝗇𝖽𝖾𝗇𝗍𝗂𝖿𝗂𝖼𝖺𝖽𝗈 𝖼𝗈𝗆𝗈 𝖼𝗈𝗋𝖽𝖾𝗋𝗈 𝗒 𝖫𝖾ó𝗇.

𝖢𝗈𝗆𝗈 𝖾𝗌 𝖾𝗏𝗂𝖽𝖾𝗇𝗍𝖾 𝗅𝖺𝗌 𝗍𝗋𝖺𝖽𝗂𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝗒 𝖼𝗈𝗇𝖼𝖾𝗉𝗍𝗈𝗌 𝖽𝖾𝗅 𝖼𝗋𝗂𝗌𝗍𝗂𝖺𝗇𝗂𝗌𝗆𝗈 𝖾𝗇 𝗋𝖾𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 𝗌𝖾 𝗋𝖾𝗆𝗈𝗇𝗍𝖺𝗇 𝖺 𝖺𝗇𝗍𝗂𝗀𝗎𝖺𝗌 𝗍𝗋𝖺𝖽𝗂𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝖾𝗇 𝗈𝗍𝗋𝖺𝗌 𝖼𝗎𝗅𝗍𝗎𝗋𝖺𝗌 𝖼𝗈𝗆𝗈; 𝖤𝗀𝗂𝗉𝖼𝗂𝗈𝗌, 𝖯𝖾𝗋𝗌𝖺𝗌 , 𝖻𝖺𝖻𝗂𝗅ó𝗇𝗂𝖼𝗈𝗌 𝗒 𝗀𝗋𝗂𝖾𝗀𝗈𝗌.

El cristianismo es una copia burda y barata, de religiones ancestrales. El cristianismo nació como una farsa y sigue existiendo como una farsa.

AHÍ LO LLEVAS.


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20230709

 

POEMA DE LA DESPEDIDA

Te digo adiós y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte , pero te digo adiós.
No sé si me quisiste, no sé si te quería,
O tal vez nos quisimos demasiado, los dos .
Éste cariño triste, apasionado y loco,
me lo sembré, en el alma, para quererte a ti.
No sé si te amé mucho, no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré, pero
al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.
José Ángel Buesa .
Poeta y Escritor Cubano.



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CONSEGUIR NUESTROS SUEÑOS, 
ES UNA CONSECUENCIA DE PRACTICAR LA VIDA INTENSAMENTE

Atrapados en las prisas, en nuestros egos, en la necesidad de poseer y tener, abandonamos nuestra existencia y capacidad de ser, en los brazos del deseo, de una esperanza impulsiva y exigida, que si no llega y no nos da lo que creemos merecer, nos hunde en la más dura depresión y sentimiento de fracaso.

Evitar o huir de la realidad, además de creer de que todo nos ha de llegar de forma inmediata y directa, nos perturba tanto, que, hoy día, se ha convertido en la primera fuente de ansiedad y depresión.

Pasamos de la euforia impulsiva de lo que creemos que nos ha de venir, al fracaso y sentimientos de inutilidad que trae, el no recibir ese regalo de los dioses del Olimpo.

Abandonar la esperanza, soltarnos de los deseos y agarrarnos con fuerza a unos objetivos reales o metas alcanzables, al igual que aceptar y comprender que la única opción para alcanzar aquello que nos proponemos es a través del ESFUERZO, la DEDICACIÓN y el TIEMPO, nos devolverá al equilibrio y estabilidad que necesitamos.

Un equilibrio mental sustentado en los pilares más sólidos que una persona puede tener: nuestra RESPONSABILIDAD y nuestra ACTITUD.

Factores necesarios para conseguir la AUTOCONFIANZA necesaria, que nos permitirá afrontar y superar cualquier contrariedad.

La realidad, a veces duele, pero no te hará sufrir. 
Vivir el presente, tomar el instante como la única posibilidad que tenemos para influir y modificar nuestras vidas, es una herramienta muy poderosa, que habrías de aprender a usar.
Practicar la vida es la única forma de acercarse a tus sueños.

La vida es un instante



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