ENERGÍA RENOVADA.
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ace poco tiempo, he vuelto a ver a una mujer que hacía algunos años que no
veía. Y la verdad, me resultó tan agradable, como inesperado, volver a
encontrármela, cuando siempre la había tenido tan recordada y tan presente, pero tan lejana, aunque no perdida. Y fue
todo tan repentino, que produjo en mí, un cambio o quizás, un volver atrás o un
despertar de este triste letargo, que todo conocemos con un indiferente nombre:
MONOTONÍA, esa palabra que hace corriente lo especial, que convierte el amor en
costumbre, que hace que nuestra vida sea una rutina de la que parece no darnos
cuenta, y nos va arrastrando lenta, pero inexorablemente, hacía un abismo, en
el que todo cae, todo se precipita sin que lo percibamos y hace que lo que
podría ser mágico, sea de un solo color, que a mi se me antoja oscuro, no
negro, pero sí grisáceo pálido.
Pues al volver a VERLA, después de tanto tiempo, algo renació, algún duendecillo echó algunos secos troncos de encina, a este extinto fuego, dándole un vigor de juventud, de deseo, de fuerza, de ganas, en definitiva: DE VIDA RENOVADA.
Y, por la expresión de su rostro, ella
debió sentir lo mismo o algo parecido, porque en sus ojos y en su cuerpo, se
produjo una transformación, convirtiéndose en alguien que él conocía muy bien ,
vaya si la conocía, en alguien que él había conocido, y de la que se había ido
enamorando paulatinamente, sin prisas, pero creándose una sólida base, difícil
de quebrantar, solamente destruible por esa anestesia, que te va matando, sin
que, apenas, lo notes, por esa sepultura del amor, por esa ser sin ser, sentir
sin sentir, mirar sin ver, tocar sin sentir, estar junto sin compartir, …
querer sin amar.
Afortunadamente, nos volvimos a encontrar, y espero, o mejor dicho, lucharé para que no se vaya a volver a alejar, porque si volviera a alejarse, cabría la triste posibilidad de no volver a encontrarla, porque lo importante no es saber buscarla, lo verdaderamente importante, es no dejar que se aleje. Y esperar que ella también ponga de su parte, para que esa separación no sea más allá de nuestros brazos extendidos. Así que habrá que ir, a menudo, al bosque, para disponer, siempre, de buena y seca leña que arda bien en el hogar, para que queme la monotonía que seguro que intentará invadirnos.
02/05/04
MPalaciosH
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