A MENUDO SUELO LEER COMENTARIOS COMO:
“No creo en la iglesia o en la religión, pero sí en dios” o en Jesús o la virgen o en cualquier otra cosa.
Esto no se trata de creer o no, de hecho, usted es libre de creer en lo que se le dé la gana.
A lo que voy es que, el creer en un dios o ser superior o algo así, es el mismo efecto del dogma, es otra cara de la misma mentira; es una secuela más del condicionamiento que se impuso. Y, aunque en principio se tome como si se estuviese liberando de la mentira (al no creer en una religión, pero sí en un ser que domina su vida) en realidad sigue inmerso en la misma falacia.
Lo hemos dicho varias veces, si usted hubiese nacido en el medio oriente, posiblemente creería en una de esas religiones, o si hubiese nacido en África, en Asia, etcétera. Anidamos vestigios de tradiciones de nuestras generaciones pasadas. Simplemente haga un pequeño análisis y acá en Latinoamérica, la mayoría se llaman: Juan, José, Mateo, María, Martha, etc., todos son nombres bíblicos.
De igual manera, la mayoría tiene una vida manipulada por la religión: bautismo, confirmación, matrimonio, tener hijos, un hogar, etc.
Para no prolongar más este post, el colofón de esto es que las creencias de dios, vírgenes, pecados y toooooodas esas cosas religiosas, no fueron preceptos creados por un ser superior para vivir en armonía. Todo lo contrario, fueron mandatos limitantes impuestos a sangre y fuego, y tuvieron que pagar miles de vidas inocentes, creando todo un panorama de miedos, oscurantismo e ignorancia.
Y fue así como se creó la religión cristiana, y el cuento de la virgen, dioses y demonios y todas las demás partes de los mitos religiosos.
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