Calendarios Juliano y Gregoriano
Julio César impuso el nuevo calendario, designando enero, en honor al dios Janus, de ahí Ianuarius, que significa enero en latín como el primer mes del año.
Para los antiguos romanos, enero era importante porque era el mes en honor del dios Jano.
En la mitología romana, Jano es el dios de dos caras, de los comienzos y los finales, de las transiciones.
Enero no siempre ha sido el primer mes del año: el primitivo año de los
romanos tenía diez meses (304 días en total) y comenzaba con Martius,
dedicado al dios Marte, que pasó a ser marzo en español.
Al gobernador romano Numa Pompilius se le atribuye el añadido de enero
al principio y febrero al final del calendario para crear el año de 12
meses. En el 452 a. C., febrero se movió entre enero y marzo.
Anteriormente,
Enero era el undécimo mes en el antiguo calendario romano pero en el
siglo I a. C., con la reforma de Julio César, pasó a ser el primero.
En
el año 44 a. C. por iniciativa de Marco Antonio, y para honrar la
memoria de Julio César, el mes de quintilis, que entonces duraba 31
días, fue renombrado como julius; denominación de la que deriva la forma
castellana julio.
Y
en el año 23 a. C. por iniciativa del Senado Romano, y en honor a
Octavio Augusto, el mes de sextilis, que entonces duraba 30 días, fue
renombrado como augustus, de donde se desprende la forma castellana
agosto; y se agregó a este un día 31 para que Julio no tuviese una
superioridad a Augusto. Este día adicional fue sustraído de febrero, que
desde entonces pasó de tener 29 días a quedarse con tan solo 28 (29 en
los años bisiestos con la modificación posterior).
También coincide con la época en Europa en que los días empiezan a alargarse después del solsticio de invierno.
A medida que los romanos adquirieron más poder, empezaron a difundir su calendario a través de su vasto imperio.
Siguiendo
el consejo del astrónomo alejandrino Sosígenes, Julio César creó un
calendario solar, calcado del egipcio, de 365 días formado por 12 meses.
La sincronía con el año solar se conseguía intercalando un día
adicional cada cuatro años en el mes de febrero (año bisiesto). Para
poder ajustar el calendario con las estaciones, Julio César tuvo que
decretar que el año 46 a. C. tuviera 90 días más. El calendario juliano
estuvo vigente en Europa desde el año 46 a. C. hasta la reforma del papa
Gregorio XIII en 1582. Fueron 1628 años de vigencia.
Pero
en el Medioevo, tras la caída de Roma, el cristianismo se había
impuesto firmemente y el 1º de enero era considerado una fecha demasiado
pagana.
Muchos
países donde dominaba el cristianismo querían que el año nuevo se
marcara el 25 de marzo, que conmemora cuando el arcángel Gabriel se le
aparece a la Virgen María.
En
el siglo XVI, el papa Gregorio XIII introdujo el calendario gregoriano,
y el 1º de enero fue restablecido como año nuevo en los países
católicos.
Sin
embargo, Inglaterra, que se habían rebelado contra la autoridad del
Papa y profesaba la religión protestante, se continuó celebrando el 25
de marzo hasta 1752. Ese año, un acta del Parlamento alineó a los
británicos con el resto de Europa.
Hoy
en día, la mayoría de los países se rigen por el calendario gregoriano,
por eso es que vemos fuegos artificiales por todo el globo el primero
de enero de cada año.
Fuente: bbc.com mundo, lacapital.com.ar
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