Monos sudorosos
Decir que somos monos desnudos, o sea sin pelo, no supone a estas alturas ninguna novedad. Se ha escrito mucho sobre el tema y en términos generales es algo aceptado por la ciencia. Pero la verdadera cuestión no es tanto si tenemos o no tanto pelo como nuestros primos homínidos, sino por qué es así. Y es que el pelo corporal lo perdieron nuestros antepasados por unas razones fundamentales.
Dicho de otra forma: la pérdida del pelo supuso una ventaja evolutiva.
Para entenderlo mejor, veamos qué nos diferencia de otros antropoides:
- Cerebro más desarrollado.
- Postura bípeda.
- Alimentación rica en proteínas, sobre todo de origen animal.
- Pelo corporal escaso, salvo en el cráneo, donde es muy abundante.
- Grandes corredores.
Todo ello nos define como cazadores de
la sabana. No seremos como los leones o los leopardos, pero sin duda
nuestros antepasados aprendieron a cazar presas con una eficacia
similar.
Lo de grandes corredores puede parecer sorprendente, porque ningún ser humano se puede comparar con una gacela o un guepardo, pero nuestra especialidad no es la velocidad sino la resistencia: cualquier humano entrenado es capaz de mantener la carrera durante varias horas. Las presas rápidas puede que escapen, pero si son perseguidas por un grupo de humanos, tarde o temprano éstos las alcanzan. De hecho, aún se usa esta antigua técnica, la de perseguir una presa hasta que caiga extenuada.
Lo de grandes corredores puede parecer sorprendente, porque ningún ser humano se puede comparar con una gacela o un guepardo, pero nuestra especialidad no es la velocidad sino la resistencia: cualquier humano entrenado es capaz de mantener la carrera durante varias horas. Las presas rápidas puede que escapen, pero si son perseguidas por un grupo de humanos, tarde o temprano éstos las alcanzan. De hecho, aún se usa esta antigua técnica, la de perseguir una presa hasta que caiga extenuada.
Ahora bien, ¿qué cualidades necesita un
simio para convertirse en corredor de la sabana? La postura bípeda es
una de ellas, por supuesto; tenemos las extremidades inferiores más
largas que las superiores, al revés que los otros simios. Es lógico si
de lo que se trata es de correr y no de saltar de rama en rama: a mayor
longitud de las piernas, mayor eficacia corredora.
Otro punto es la eficiencia a la hora de
perder el calor generado. La sabana africana es de clima cálido, con
fuertes exposiciones al sol, y todos sus habitantes han desarrollado
estrategias para evitar el exceso de temperatura corporal. Si además hay
que hacer un ejercicio intenso, la cosa se complica. Nosotros hemos
resuelto el problema mediante la sudoración intensa. Tenemos gran cantidad de glándulas
sudoríparas por toda la piel, cuya función es dejar que se evapore el
agua y así mantener fresca la piel. Toda nuestra piel actúa así de
termostato, pues aparte de la abundancia de glándulas, tenemos numerosos
capilares sanguíneos justo bajo la piel, muchos más de los necesarios
solo para nutrir estos tejidos.
Pero para sudar de manera eficaz, el
pelo molesta. No tanto porque nos sirva de abrigo, sino porque dificulta
la evaporación eficaz del sudor. Por lo tanto, perdimos el pelo para
poder sudar cuando corremos por la sabana. Más que monos desnudos, somos
monos sudorosos. Vamos a verlo con algo de detalle.
En la piel de los mamíferos se
distinguen dos tipos básicos de glándulas: sudoríparas y sebáceas. Hay
otros tipos de glándulas, por supuesto, que pueden producir leche,
cerumen, lágrimas, olores sexuales, etc., pero son variaciones de los
dos tipos básicos ya mencionados.
Las glándulas sebáceas producen sebo, la
grasa que recubre los pelos y siempre están asociadas a ellos; cumplen
diversas funciones que aquí no vale la pena tratar.
Las glándulas sudoríparas son las que producen el sudor. Se dividen en dos clases: apocrinas y ecrinas.
Las sudoríparas apocrinas están
asociadas a pelos, lo mismo que las sebáceas, y de hecho su secreción
suele mezclarse. Producen un sudor lechoso, espeso y oloroso, que
contiene gran cantidad de materia orgánica (de ahí su olor).
Las sudoríparas ecrinas no están
asociadas a pelo alguno, y producen un sudor limpio, formado por agua en
un 99% y el resto son sales minerales y compuestos volátiles como la
urea. En realidad, el sudor ecrino puede definirse como orina sin
concentrar, pues tiene la misma composición cualitativa, pero mayor
cantidad de agua.
¿Qué tipo de glándulas sudoríparas
podemos hallar en los simios? Vamos a centrarnos en los grandes simios, y
comparar chimpancés con humanos. Pues bien, los chimpancés tienen
alrededor de la mitad de las glándulas del tipo ecrino y la otra mitad
apocrino; dado que tienen todo el cuerpo cubierto de pelo, no es de
extrañar. En cambio, en los humanos la gran mayoría de las glándulas son
ecrinas; las apocrinas se reducen a las zonas de las axilas y genital,
donde están asociadas a pelos de buen tamaño.
Eficacia termorreguladora.- Dado que el
efecto termorregulador de la sudoración depende de que el sudor se
evapore con facilidad, no debería sorprendernos que el sudor ecrino sea
mucho mejor que el apocrino a la hora de reducir la temperatura
corporal. El sudor apocrino tiene componentes moleculares de gran
tamaño, con puntos de evaporación más altos que los simples 100ºC del
agua. En cambio, el sudor ecrino es agua casi pura, como ya hemos visto.
En los seres humanos, las escasas glándulas sudoríparas apocrinas
tienen funciones más bien ligadas al sexo (olor corporal) que a la
termorregulación.
Pelos molestos.- Volvamos al asunto de
los pelos. Ya hemos visto que el sudor ecrino se evapora con más
facilidad, y así refresca la piel. Esta tipo de glándulas no están
asociadas a pelos, pero eso no quita que no pueda haber algunos de estos
apéndices cutáneos. Pues bien, el pelo impide que el sudor se evapore,
pues tiene el efecto de condensar el vapor evaporado. Esto puede ser
útil para recuperar el agua corporal (y así evitar la deshidratación),
pero es un engorro para reducir la temperatura corporal. Está claro que
la evolución nos condujo a darle más importancia al segundo punto, a
cambio de tener que depender de la presencia de fuentes de agua; por eso
somos seres de la sabana, pero no del desierto, necesitamos beber agua
en cierta cantidad. De hecho, sin beber agua apenas sobrevivimos un par
de días, mientras que sin comer aguantamos bastante más.
De hecho, podría ocurrir que, como a
veces ha sucedido a lo largo de la historia de la vida en el planeta, el
éxito haya sido tal que los descendientes de estos simios corredores
estén provocando la sexta gran extinción. Pero ese es otro asunto.
[1] https://www.hablandodeciencia.com/articulos/2012/01/19/simios-sin-pelo/