20190107


Pedalear puede ser tu mejor terapia: 

así beneficia a tu mente utilizar la bicicleta de manera habitual.


Es algo instantáneo, casi mágico. No importa el mal día que hayas tenido en el trabajo, que acabes de discutir con tu pareja o que, en tu cabeza, se agolpen una amalgama de preocupaciones que parecen inabarcables. Basta subirse a una bicicleta, empezar a pedalear y sentir cómo todo adquiere otro color. El estrés laboral desaparece. El ceño se relaja. Y lo que parecían problemas irresolubles empiezan a relativizarse, a evaporarse, a medida que avanzamos. Cualquier ciclista lo sabe: la tristeza es incompatible con montar en bicicleta.
La tristeza es incompatible con montar en bicicleta, y hay una explicación científica
Lo que podrían parecer sensaciones subjetivas tiene, en realidad, una clara y nítida respuesta desde el ámbito científico. Que el ejercicio físico es un potente aliado a la hora de mejorar nuestro estado de ánimo lo demuestran infinidad de estudios: al montar en bicicleta segregamos endorfinas, neurotransmisores fundamentales para nuestro bienestar emocional. Mejoramos la autoestima. Reducimos el sedentarismo y, en consecuencia, el riesgo de padecer enfermedades en el futuro. Favorecemos la memoria e incluso la capacidad de aprendizaje. Prevenimos el deterioro cognitivo. Nos encontramos, en resumen, mejor y más felices.
 La bici te ayuda a estar bien, y no sólo físicamente: te aporta una incomparable sensación de depender únicamente de ti mismo. Y al mismo tiempo, te obliga a poner de tu parte”.
Hay otro elemento clave que puede explicar por qué la bicicleta ayuda a disipar nuestros problemas del día a día. “La respiración es fundamental”, cuenta. “Muchos de nuestros sentimientos negativos tienen una relación estrecha con el hecho de no respirar correctamente. La cadencia del pedaleo provoca en nuestro cuerpo algo parecido a la meditación”. Y de ahí, claro, se deriva el hecho de que sentimientos como la tristeza, la ira o la frustración parezcan casi incompatibles con montar en bicicleta.
Hay algo más, y muy importante: la ciencia también tiene mucho que decir sobre las virtudes terapéuticas de la movilidad activa en general, y de la bicicleta en particular: el hábito de desplazarse a diario en una de ellas tiene efectos antidepresivos y ansiolíticos en el cerebro, aumentando la producción y acceso a la serotonina, la llamada hormona de la felicidad
Pero hay más: desde un punto de vista molecular, nuestro cerebro cuenta con una proteína esencial a la hora de convertir el pedaleo en bienestar psíquico: es el llamado Factor neurotrófico derivado del cerebro, encargado de mantener la buena salud de las neuronas existentes, así como de crear otras nuevas en el hipocampo, centro de nuestra memoria.
ciclosfera.com/

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