20200413


Las tres claves de las religiones

Desconocimiento, miedo y anhelo. 

Son los tres pilares que sustentan toda religión, y que han pervivido a lo largo de los milenios cambiando de forma. Estas tres claves (tan entrelazadas entre sí que muchas veces se fusionan) se encuentran en las antiguas religiones politeistas y las modernas monoteistas, aunque el objeto sobre el que se proyecten varíe conforme avanzan los siglos.

Los antiguos pueblos temían y anhelaban las lluvias, a la vez que desconocían su origen y dinámicas. Ansiaban que regasen sus campos y no degenerasen en tempestades, sentían terror por la sequía y las inundaciones, y desconocían cómo lograr que las lluvias fuesen buenas y no dañinas.
Por eso nació Tlaloc en México, Frey en los vikingos o Min en Egipto. Lo mismo puede predicarse de las cosechas, las guerras, la muerte, el sol o el comercio.
El hombre quiere comprender y controlar los aspectos esenciales de su vida, y los dioses eran una vía para lograr esa falsa sensación de seguridad.

¿Surgieron de forma espontánea o respondieron a la ingeniería social 
de las clases dominantes de cada pueblo? 

Si tenemos en cuenta que las religiones politeistas llamaban al pueblo a honrar y someterse a las clases sacerdotal y noble, parece que sus creadores primitivos eran conscientes de su falsedad, y las instauraron para controlar, someter y dominar al vulgo iletrado.
A ello, podemos sumar las recompensas que prometían. Una vida plena y grandiosa tras la muerte, pero siempre y cuando el guerrero muriese en singular combate defendiendo a su rey, o el campesino llevase una vida de abnegación y trabajo.

El mito de la plenitud tras la muerte, por sí solo, habría llevado al suicidio masivo de los creyentes, así que había que ligar a esa plenitud el requisito previo de haber vivido haciendo lo que la clase dirigente esperaba de uno. Por eso al Valhalla vikingo sólo iban los guerreros caídos en batalla luchando ferozmente por sus condes y reyes.

Plenitud tras la muerte si se lleva una vida acorde con los designios de los dioses...éste es el puente que liga las viejas religiones con las nuevas.
 Las 72 vírgenes del Islam o el paraíso cristiano-judío. Innumerables reyes han usado este argumento (convenientemente unido a oscurantismo, represión y persecución de cualquier idea distinta) para sojuzgar a los pueblos europeos desde la Edad Media al siglo XVIII, y muchos ulemas y ayatolás siguen empleándolos en determinados países musulmanes hoy.

Es más, en España la Iglesia pedía resignación y sumisión a los obreros y campesinos que pedían pan en los años 20 del siglo XX, prometiéndoles la gloria eterna si sufrían lo bastante. El mito no fue lo bastante fuerte y surgió la Segunda República, que se destruyó con bombas alemanas porque el envenenado mensaje de "vive de rodillas para alcanzar el cielo" ya no engañaba a suficientes personas.

La gran diferencia entre las viejas y las nuevas religiones es que éstas últimas miraban algo más allá del fuego, la lluvia o las cosechas, y empezaban a filosofar sobre el valor del ser humano.
El hombre como espejo de dios, el amor como mandamiento supremo, la dignidad del ser humano y el fomento de la misma, como camino a la plenitud...fueron elementos que comenzaron a desarrollarse a lo largo de los siglos por los sectores más progresistas de diversas iglesias, y que entroncaron con el pensamiento de otras escuelas humanistas.

Unos dicen que dios existe y otros lo niegan, pero todos podemos sentir y admirar la grandeza del ser humano. Su capacidad para amar, sacrificarse por un ideal, crear, ser libre, avanzar en el conocimiento, disfrutar el arte y la belleza natural...y concluir que, si existe un orden natural de las cosas, debe centrarse en la defensa y protección de todos esos bienes genuinamente humanos, cuya promoción y desarrollo es el único camino a la felicidad y la plenitud del hombre.

En contraposición con los ritos vacíos y absurdos de las diversas liturgias, esos bienes constituyen un denominador común, natural y universal para todo individuo independientemente de su raza o pueblo. Todos los tenemos y su promoción lleva a la plenitud, una plenitud lo suficientemente intensa como para que no tengamos que pensar ni temer en la vida después de la muerte.

Cualquier religión se seguirá basando en los pilares de desconocimiento, miedo y anhelo. Pero si logra convertir en su piedra angular el anhelo por las condiciones que garanticen la dignidad de todo individuo, el miedo frente a las amenazas que pongan en peligro esa dignidad (y el consiguiente deseo de combatirlas) y la voluntad de usar nuestros dones intelectuales para vencer al desconocimiento, será útil para la Humanidad y, de existir dios o dioses, será mucho más cercana a Él que todos los camelos basados en la construcción de mitos para llenar la panza de una clase dirigente que, precisamente por su insostenibilidad, debía prohibir libros y quemar disidentes para que su endeble sistema de mentiras no cayese.

Por cierto, respecto a la vida después de la muerte, es una cuestión donde chocan dos ideas tan fuertes como contradictorias.
Una es la evidencia de que si un golpe en la cabeza puede cambiar mi carácter y entendimiento, es absurdo sostener que pueda entender o sentir una vez que esa cabeza está muerta.
La otra es que resulta imposible visualizar la nada o el no ser proyectados sobre uno mismo, entendiendo lo que será no pensar y no sentir para siempre cuando ahora mismo estás pensando y sintiendo.

Pero, de existir un dios (o dos, o tres, o media docena) que quiera que vivamos con normalidad, estoy seguro de que habrá diseñado nuestro cerebro para que jamas lo descubramos, pues eso trastocaría por completo nuestra existencia en este mundo. 
Y, de no existir ningún dios, tal vez algún día podamos descubrir mediante la ciencia, si hay algo tras la muerte.
En cualquier caso, hoy no podemos saberlo, pero tenemos ante nosotros un mundo tan lleno de belleza y oportunidades de mejora que no tiene mucho sentido perder el tiempo con ello.

Ahí queda eso...

 

20200408



- Tremenda reflexión -

                              Cu
:aCccccucuando un pájaro está vivo, él, se come a las hormigas,

pero cuando muere, son las hormigas las que se lo comen a él.
El tiempo y las circunstancias pueden cambiar en cualquier momento,
por eso, no devalúes nada en tu vida.

Puedes tenerlo todo hoy, pero acuérdate:
el tiempo es mucho más poderoso que cualquiera de nosotros.
¿Sabías que de un árbol se hace un millón de fósforos,
pero basta un fósforo para quemar millones de árboles?

Por lo tanto sé bueno.
Haz el bien.

El tiempo es como un río:
Nunca podrás tocar la misma agua dos veces,
porque el agua que ya pasó, nunca pasará nuevamente.

Aprovecha cada minuto de tu vida y acuérdate:
Nunca busques buenas apariencias, porque cambian con el tiempo.
No busques personas perfectas, pues no existen.
Mejor busca, por encima de todo, a alguien que sepa de "tu verdadero valor".

Ten 3 amores:
- La Vida
- La Familia y
- Los Amigos.

La vida porque es corta;
La familia porque es única;
y Los Amigos porque son contados.


MI SEVILLA... 
NO ES MI SEVILLA
 
8 - Abril - 2020 
Confinamiento
Estado de Alarma






MPALACIOSH

20200407


¿Qué pasará cuando volvamos 

a salir, a la calle, tras el coronavirus?


Algunos ya están pensado en el final de toda esta pesadilla, cuando el gobierno permita volver a salir de sus casas a los ciudadanos tras haber superado el pico de contagiados por el coronavirus.
Aunque aún nos quedan bastantes días recluidos al parecer, convendría ir haciendo una reflexión para prepararse para lo que se nos viene encima, no solo por lo económico y lo social, también en lo psicológico.
Qué pasará cuando volvamos a pisar la calle libremente, cuando volvamos a nuestros centros de trabajo (los que puedan), cuando volvamos a ver a nuestros amigos, cuando nos volvamos a subir a nuestra querida bicicleta… bueno, vosotros, yo no he dejado de subirme, tener mi trabajo... todo no va a ser desventajas, ¿no?
Supongo que las medidas de contención del virus, al igual que las han ido implementando poco a poco para no crear una psicosis general que bloquease aún más el tema, nos las irán aplicando paso a paso, permitiendo a ciertos grupos de la sociedad volver a su rutina diaria (la que antes de todo, esto teníamos cada uno), y seguro que se seguirán aplicando ciertas medidas de seguridad e higiene bastante severas.

Angustia, sensación de peligro, ansiedad

Estos son algunos de los síntomas que padeceremos cuando volvamos a nuestra rutina «normal», normal entre comillas, ya que el principal problema al que nos enfrentaremos, es que pocas cosas serán igual a como eran hasta hace un par de semanas. Al menos durante un tiempo.
Si se consigue una vacuna eficaz y que llegue a todo el mundo, este nuevo escenario al que nos enfrentaremos quizás sea muy parecido al que dejamos atrás el pasado sábado 14 de marzo, con el Estado de Alarma. Pero por el momento hay que seguir esperando ese milagro que están intentando crear científicos de todo el mundo. Suponiendo que la vacuna sirva para algo, ante el primer virus tan mutante en la historia de la humanidad, que muta cada 14 días. Virus que, según muchos científicos, tiene muy poco de natural, muy poco... ahí dejo eso.
En estas condiciones, sin vacuna eficaz aún, muchos ya nos habremos medio acostumbrado a estar dentro de casa, y salir a comprar comida y poco más. Salvo que en algún momento dejen salir a practicar algunos deportes.
Los que no se hayan contagiado o crean que no se han contagiado, en este tiempo, seguirán teniendo la precaución social a infectarse con el virus, y tomarán todas las medidas que estén en sus manos para no contagiarse: guantes, mascarilla, gafas, no tocar las cosas, desinfectante siempre en el bolsillo, etc.
Pero estas medidas personales serán solamente para hacernos sentir a nosotros mismos algo más seguros en nuestra nueva vida tras el coronavirus.
Ahora demos un paso más.
Muchos tendrán que volver a sus trabajos, en el caso de que no los hayan perdido o no hayan dejado de acudir en este tiempo. El ejemplo de la restauración (bares y restaurantes), quizás sea uno de los más «visuales» de los que nos podremos encontrar dentro de treinta días, o cuarenta, o cuarenta y cinco, o...
Imagina entrar a un bar a tomar un simple café o una cervecita , de barril, bien fresquita, tu primera mañana de «libertad»...
...Camareros con guantes, mascarillas, limpiando continuamente todo, con un paño y desinfectante, hablándote desde cierta distancia, carteles de precaución con diversas indicaciones…
Bien, vamos a sumarle una ingrediente más a la paella mental. 
Imagina que has quedado, por fin, con tu amigos para dar una vueltecilla y respirar el aire fresco primaveral (¿o veraniego?) y soltar toda las tensiones acumuladas entre los muros de nuestras viviendas.
Has quedado con él en el bar donde tú ya te encuentras, junto a más personas alrededor tuya, para tomar el café antes de salir de ruta.

Cuando te reencuentres con tu amigo , ¿qué harás?

Si en vez de un virus hubiese sido un huracán que ha durado un mes (huracanazo este!), lo más normal es que le dieses un abrazo de oso, mil apretones de manos, y hasta alguna cachetada en la cara, diciendo, «¡estás más delgao cabronazo!».
Pero es el coronavirus, no un bonito huracán primaveral.
Posiblemente en muchos casos no habrá apretones de manos, ni abrazos y mucho menos cachetadas en la cara. Solo conversación... a distancia.
El miedo al contagio nos durará un tiempo, impreciso, tanto el miedo general como el individual, y seguramente será más o menos agudo en unos y otros dependiendo de las noticias con las que nos bombardeen en la televisión y las redes sociales
Y claro está, en lo que nos creamos y como lo creamos.
Un buen ejercicio es intentar leer o ver (ya sabemos que es difícil, pues es la noticia que está por todas partes) cosas que no tengan que ver con el coronavirus, para que nuestra mente se distraiga y no estemos en tensión continua. Pero será difícil para la gran mayoría, así que saldremos a la calle con tensión, alerta y muchos pensamientos.
Pero esta casuística es la más sencilla, un café con un amigo y una vuelta en bici de 35 km y poco más. Recuerda que hay que empezar poco a poco, y muchos tendrán la forma física a 0 o incluso en negativo. Otros vendrán como toros, de hacer sentadillas.
Cada persona será su propio mundo, pero todos nos tendremos que enfrentar a la nueva realidad, una realidad que será muy distinta a la que nuestra mente ya estaba acostumbrada desde hace décadas.
Por ponerte ejemplos más complejos, imagina un gimnasio, las piscinas públicas en verano, las reuniones en grupo de varios amigos, los bares con mucha gente sin respetar el metro de distancia entre ellos o no llevar mascarilla, tocar cosas sin guantes. Los conciertos, el cine, los festivales, el simple hecho de ir en metro o autobús unos pegados a otros, probarse ropa en un comercio, dejar a los hijos solos en clase con el resto de niños, y cualquier actividad cotidiana que antes realizábamos sin más, sin pensar en, «joder cuanta gente hay aquí«, o «¿quién habrá tocado esto» o «este seguro que se habrá juntado con mil personas y seguro que lo lleva».
Puedo estirar más la mente y llegar a mil y un casos en particular, pero lo que está claro es que habrá un antes y un después del coronavirus en nuestras vidas, tanto en lo económico como en lo social, pero también en nuestra propia mente y nuestra forma de actuar, o mejor dicho, de interactuar con el resto de personas.
En mi opinión, con vacuna o sin ella, terminaremos por acostumbrarnos. Unos tardaremos más y otros menos, pero dejando el dinero y el trabajo a un lado, somos  seres humanos. 😉

Bien, a estas alturas de la película ya deberíamos saber que esto no solo depende de que estemos 15, 30 o 50 días todos encerrados en casa y ya. La cosa va para largo, con menores restricciones que hasta ahora, pero no tiene fecha de caducidad fija, más aún cuando la vacuna tardará según las previsiones más optimistas algo mas de un año.
La idea, copiada de otros países, y haciendo caso a los expertos en la materia, es ir volviendo poco a poco a la vida «normal» (siempre entre comillas, porque no será como antes).
Esto quiere decir que se ira reactivando la economía y los puestos de trabajo según la necesidad o según el nivel de riesgo de contagios colectivos que suponga dicha actividad laboral.
Todos pudimos ver como los primeros días, cuando estaba permitido ir a trabajar y no se habían cerrado la gran mayoría de empresas, las aglomeraciones en el transporte público... continuaban.
Metros, trenes y autobuses, entre otros, registraron las mismas aglomeraciones de pasajeros que cualquier día normal de hace unos meses. A algún iluminado se le ocurrió que bajar la frecuencia y el número de trenes o autobuses era la solución ya que muchos trabajos ya habían decidido cerrar y habría menos pasajeros. Todo por la pasta…
Las últimas investigaciones sobre el virus han afirmado que este puede sobrevivir sobre algunas superficies durante días, en concreto en plástico o metal donde más. Superficies de las que están compuestas la mayoría de transportes públicos, sin contar con los acolchados de los asientos, donde este duraría algunas horas.
Estas investigaciones también establecen que en lugares cerrados, como pueda ser un vehículo de pasajeros, una estación, incluso un coche con varias personas (o dentro de tú propia casa), el virus puede flotar por el aire si alguna persona infectada tose, estornuda o incluso sencillamente al hablar, expulsa las denominadas «goticulas».
La transmisión aérea es posible, pero han de darse ciertas particularidades, y donde más riesgo existe es en lugares cerrados o cerca de otras personas, incluso si están a más de dos metros nuestra.
Bien, dicho esto, y volviendo a viajar en el futuro unas cuantas semanas, cuando podamos volver a nuestra rutina diaria, la gran mayoría optará por utilizar el vehículo privado para intentar llegar de su casa al trabajo o de su casa al comercio, o de su casa a cualquier lugar y vuelta, con el fin de evitar las aglomeraciones del transporte público y al virus, el cual seguirá estando por todas partes.
En otros países del mundo, donde también se ha instado a la población a quedarse en sus casas, los que podían salir a la calle por considerarse trabajadores de los servicios básicos que todos conocemos, se les ha invitado a evitar el transporte público, por el riesgo de contagio que ello supone.
La solución de muchos de estos países ha sido fomentar el uso de la bicicleta, y al igual que sucediese con los talleres de coches para transportistas durante este estado de alarma, en estas ciudades tiendas y talleres de bicicletas están también considerados servicios básicos y pueden abrir con ciertas limitaciones sanitarias de seguridad.
Sin ellos, la gran mayoría de la población que permanece activa no podría reparar o comprar repuestos para sus bicicletas, para su medio de transporte.
Si ya se están contagiando dentro de los hospitales, si le sumamos los posibles contagios fuera de estos, la cosa no pinta muy bien.
En Londres se ha comenzado a prestar bicicletas por las diversas empresas del sector ciclista, totalmente gratis, para los sanitarios que así lo soliciten, evitando tener que desplazarse cada día a su puesto de trabajo en el transporte público. También otros materiales esenciales como son candados, cascos o guantes.





Otras ciudades han optado por cortar directamente al tráfico motorizado, ahora prácticamente sin coches, para facilitar el uso de la bicicleta y los desplazamientos a pie, con el fin de garantizar la distancia de seguridad de dos metros con otras personas en las vías públicas más concurridas.

¿Y en España que se ha hecho por fomentar el uso de la bicicleta?

Desde los vigilantes de balcones y ventanas, que gritan, insultan e increpan a toda persona que ven desplazándose en bici por la calle, pasando por la vigilancia intensiva de los agentes del orden, priorizando sus miradas sobre ciclistas frente a otros que van a pie o en coche, o el cierre de todas las estaciones de bicicletas y patinetes de alquiler que inundaban nuestras calles antes de todo este jaleo.
Varios sanitarios o trabajadores de supermercados son los que ha publicado su situación personal, en la que han tenido que dejar de utilizar la bicicleta para dirigirse a sus centros de trabajo, porque la gente les increpaba por la calle y las ventanas, haciendo lo propio, conductores en la carretera y como hemos visto, incluso algunos agentes del orden.

¿No sería más fácil y eficiente contra el virus, poner a disposición de aquellos que nos están salvando la vida, todos esos vehículos de movilidad personal (bicis y patinetes) con el fin de evitar el transporte público?

Miles de bicicletas, patinetes y bicicletas eléctricas paradas en almacenes municipales y privados pudiendo estar al servicio de todos y salvando vidas.
Y luego esta la otra situación. Cuando todos volvamos a la calle. Y aunque lo hagamos pocos en pocos, según el gobierno lo vaya permitiendo por sectores, ¿se seguirá fomentando el uso del transporte publico o el coche privado frente a la bicicleta?
Esto no solo trata, como pretenden algunas asociaciones nacionales, de ayudar al sector ciclista con vistas al la pronta recuperación económica, sino de ayudar a todos los sectores, y a toda la población.
Está muy bien pedir para uno mismo («el YO, el A MI…»), y cada uno tendrá su situación personal, a cada cual más complicada, pero por el momento, y aunque así debería ser siempre, esta lucha nos concierne a todos como sociedad, y, o remamos en la misma dirección, o nos esperan días muuuuy largos.


*LA PELÍCULA. EN BICICLETA*
 
En el p_to Estado de Alarma 

- En la primera toma, del video,

la policia me ve parado en un semáforo
y pasa de largo.


- En la segunda toma, me están buscando

pero la furgoneta blanca aparcada,
me oculta y cuando se dan cuenta,
ya no pueden parar.


- En la tercera toma, ya me paran.

Esta es la película de hoy,
Domingo 5- Abril - 13.40 horas.
Ellos, haciendo su trabajo y yo,

desplazándome hacia el mío.
MPALACIOSH
https://www.youtube.com/watch?v=lJPobzOOu48&ab_channel=MPALH- 




20200401



Quiéreme  -

Gianmarco

Quiéreme así como soy
Pues tú ya me conoces no hay más que inventar
tengo días de sol y de lluvia constante
tengo el paso seguro y mis sueños errantes
Quiéreme así como soy
no hace falta mentir y esconder la verdad
tu mirada es un libro un refugio en el alma
algo más que un te quiero
Quiéreme en tiempos de guerra
donde apriete la duda y nos hiera la pena
quiéreme en los anhelos de tu inmensidad
que con eso se cura el amor donde sea
quiéreme así en un acorde mayor
para resucitar mi guitarra
quiéreme así como te quiero yo
en silencio y también con palabras.
Quiéreme así como soy
con lo mucho y lo poco que intento al hablar
soy un árbol perdido en tu bosque encantado
soy un salto al vacío, un dibujo animado
quiéreme lejos de ti
para ver si me extrañas como lo hago yo
tu cariño es un río en las noches de luna
si no estás en mis sueños.
Quiéreme en fuego y marea
donde los corazones valientes se esperan
quiéreme en los anhelos de tu inmensidad
que con eso se cura el amor donde sea
quiéreme así en un acorde mayor
para resucitar mi guitarra
quiéreme así, como te quiero yo,
en silencio y también con palabras.
Quiéreme así en un acorde mayor
para resucitar mi guitarra
quiéreme así, como te quiero yo,
en silencio y también con palabras...