Ahora me apetece escribir un rato... una historia:
Una vez un profesor de filosofía apareció en su clase con una gran vasija de cristal y uua bolsa llena de piedras redondas del tamaño de una naranja.
¿Cuántas piedras podrían entrar en la vasija?– preguntó. Y mientras lo decía, empezando a colocarlas una a una, ordenándolas en el fondo y luego por capas hasta arriba.
Cuando la última piedra colocada sobrepasaba el borde de la vasija el maestro dijo:
¿Estamos seguros de que no entra ninguna más? –los alumnos asintieron con la cabeza o contestaron afirmativamente.
—Error –dijo el docente y sacando otra bolsa de debajo del escritorio empezó a echar piedras más pequeñas dentro de la vasija. Las piedrecillas se escabulleron entre las grandes, ocupando los espacios libres entre ellas.
Los alumnos aplaudieron la genialidad de su profesor.
Y cuando hubo terminado de llenar el recipiente volvió a preguntar:
¿Está claro que ahora sí está lleno? –ahora sí contestaron los alumnos satisfechos…pero el maestro sacó de abajo del escritorio otra bolsa.
Esta venía llena de una fina arena blanca. Con la ayuda de una cuchara grande, el profesor fue echando arena entre las piedras ocupando con ella los huecos entre ellas.
—Ahora sí podemos decir que está lleno de piedras –dijo el profesor.
¿Pero cuál es la enseñanza? –preguntó a los alumnos.
Un murmullo invadió la sala. Se hablaba de la necesidad de orden, de acomodar las cosas, de PRIORIDADES y de tantas otras cosas muy simbólicas.
—Todo eso es verdad –intervino el profesor.
Una vez terminado el experimento, yo, que era alumno de ese profesor, me acerqué a la vasija y, sacando de mi mochila una lata de cerveza, la vertí en el interior, filtrándose la birra entre la arena y las piedras empapándolo tó, tras lo cual dije:
“*Esto demuestra que, a pesar de lo muy ocupado que estemos, siempre hay lugar, o tiempo, para compartir una cerveza con los amigos*”.
Así que, querida amiga, para unos, casi siempre, tendré un rato para echar una cerveza, pero, para otros, “lo siento, mi vasija ya está llena”, o dicho de una forma más cortes, se puede usar esta frase vacía, “si, a ver si un día quedamos…”
¿Qué si nunca tengo compromisos?
Pues… depende de quien lo pregunte.
MPALACIOSH